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28/05/2023

Una nueva mirada sobre el golpe de Estado y la huelga general de 1973

Este jueves 1° de junio, a las 18 horas, en la Biblioteca Nacional de Uruguay se presentará el libro “Las historias que no nos contaron” del periodista Víctor L. Bacchetta
Introducción

En enero de 1974, me trasladé a la Argentina llevando conmigo tres carpetas repletas de boletines, volantes y apuntes reunidos por los Grupos de Acción Unificadora (GAU) durante la huelga general contra el golpe de Estado del 27 de junio de 1973, con la tarea de escribir una crónica sobre los acontecimientos de ese momento.

Un año después, el trabajo fue publicado en Buenos Aires por la editora Achával Solo, bajo el título "Uruguay. Imperialismo y estrategia de liberación. Las enseñanzas de la huelga general", con la firma de Hugo Lustemberg. El título grandilocuente fue una exigencia del editor para darle mayor relevancia al texto en aquel país.



Como yo iba a permanecer en la Argentina, era conveniente que el libro se firmara con otro nombre. En ese momento, los agentes de la dictadura uruguaya actuaban en Buenos Aires como si fuera su casa y las leyes argentinas no permitían un seudónimo. Se optó entonces por la firma de un compañero que estaba dejando ese país.

El libro circuló mayormente en el exilio y suscitó unas duras polémicas con el Partido Comunista, que se dirigían contra Lustemberg, hasta que se descubrió al verdadero autor. En realidad, el nombre del autor no tenía gran importancia, porque el texto reflejaba, en lo fundamental, la opinión de una organización política.

En una misma organización política siempre existen diferentes maneras de encarar un problema y sin duda las había. Pero más allá de la visión particular de ese libro, el hecho es que reunió la más amplia información y documentación disponible en ese momento de un acontecimiento clave de la historia uruguaya contemporánea.

Al volver del exilio, en 1991, con el país padeciendo aún las secuelas de la dictadura, era muy poco lo publicado sobre los antecedentes del golpe de Estado y la huelga general. Esperando que las organizaciones políticas y la propia CNT lo hicieran, solo nos propusimos aportar elementos para la reconstrucción y el debate.



Optamos por recoger el testimonio de los principales protagonistas de aquel momento. En el libro "Las historias que cuentan", publicado en 1993, hablan 47 personalidades de la política, los sindicatos, la FEUU, la Universidad y las iglesias, cuyo denominador común era haberse opuesto al golpe de Estado del 27 de junio de 1973.

En los 15 días de huelga general se condensaron los 20 años más convulsionados del Uruguay en el Siglo XX donde, ante la aguda crisis económica y social desatada en los 50, se enfrentaron dos proyectos de país, de los grupos capitalistas dominantes y Estados Unidos, por un lado, y del movimiento obrero y popular, por el otro lado.



Fue la prueba final para una sociedad que, al no lograr salir de la crisis, se degradaba cada vez más. La mayoría de los líderes políticos y sociales entrevieron adonde podía conducir ese proceso, pero no creyeron que llegaría a tanto. Incluso, cuando el terror llegó, pensaron que duraría poco, pero el país no volvió a ser lo que era.

El objetivo estratégico de la dictadura no fue solo descabezar a las organizaciones que proponían una salida alternativa de la crisis, sino desmantelar el nivel de conciencia social y política alcanzado por aquel movimiento obrero y popular que no permitía consolidar el ajuste conservador requerido por los grupos dominantes y el FMI.

Aunque parezca mentira, a 50 años de esos hechos, no tenemos una reconstrucción completa y fehaciente de los acontecimientos, menos aún del período dictatorial. A pesar del esfuerzo de investigadores y periodistas, solo se han desentrañado partes de esa historia, lo que dificulta mucho su comprensión y su discusión.



En este trabajo, hemos reunido varias investigaciones publicadas que constituyen un aporte sustancial para el conocimiento de esta historia, con el fin de presentar una interpretación global del período que culminó en el golpe de Estado y la huelga general de 1973 y de las principales consecuencias que llegan hasta el presente.

Como un elemento adicional para la comprensión de ese proceso, incluimos registros de la atención dedicada por las Fuerzas Armadas a las organizaciones sociales, que constituían ese actor más difuso y anónimo que sostuvo la resistencia popular y la propia huelga general más allá de las direcciones políticas y gremiales.

Hasta ahora, esos registros han sido utilizados, sobre todo, para apoyar las denuncias por casos de torturas y de desaparecidos, pero esa documentación incluye asimismo las actividades de información e inteligencia que abarcaban -y siguen abarcando- al conjunto de la sociedad con el fin de controlar al supuesto "enemigo interno".

El acceso a los registros históricos es imprescindible para establecer con una mínima precisión los hechos y posibilitar una interpretación y debate serio sobre los mismos. De lo contrario, surgen especialistas e historiadores oficiales y oficiosos que, usando argumentos de autoridad, pretenden imponer su relato. Y vaya si los hay.



No se le escapa a nadie que la dificultad para acceder a los registros obedece a los fuertes intereses que persisten hasta hoy en torno a las responsabilidades que nos caben a cada uno en esa historia. Y no se trata solo de la impunidad en los delitos de lesa humanidad cometidos, sino también de las políticas vigentes hoy.

No se puede vivir del pasado, pero es necesario conocerlo para rescatar aciertos y no repetir errores. Este es el aprendizaje de la historia que merecemos. Si reconstruir la memoria es un requisito de la salud personal, romper los silencios de la historia es la condición para recuperar la salud de una nación y creer en un proyecto de país.

Es necesario un debate para aprender algo nuevo; no para juzgar a alguien o para reafirmar algunas ideas preconcebidas. La democracia es hoy un valor reafirmado, pero una dictadura no se explica sólo por el poder y la eficacia de los golpistas, sino también por las circunstancias de la sociedad que la hicieron posible.

La herencia de la dictadura, tanto en materia de verdad y justicia, como económica, social y ambiental, pone en riesgo la integridad del país. Este desarrollo enajena y degrada nuestros bienes naturales e hipoteca cada vez más la soberanía nacional. Esperamos contribuir con este aporte a la construcción de un nuevo Uruguay.

Esta no pretende ser la versión más completa y veraz, sino que está abierta al debate y, precisamente, busca desarrollarlo. Para ser fructífero, ese debate tiene un requisito imprescindible: distinguir entre hechos y opiniones. En los primeros, hay que ponerse de acuerdo, no hay opción; en las segundas, alcanza con respetarnos.

Víctor L. Bacchetta
Aliados de Sudestada