Tiempo estimado de lectura:
05/09/2017

Audiencia decisiva por el asesinato de Oscar Fernández Mendieta

El militante del PCR murió por las torturas aplicadas en el cuartel de Durazno. Jueza De los Santos se expedirá sobre pedido de procesamiento de cuatro represores


Fabián Werner / Sudestada / @fwernerv

Los militares retirados Gustavo Mieres, Daniel Blanco, Alberto Ballestrino y Liber Morinelli enfrentarán este martes 5 a partir de las 13.30 horas una audiencia decisiva en el marco de la causa judicial que investiga el asesinato de Oscar Fernández Mendieta, un militante del Partido Comunista Revolucionario (PCR) asesinado el 24 de mayo de 1973 en el Regimiento de Caballería número 2 general Pablo Galarza.

En la mañana de aquel día, en las vísperas del golpe de Estado, un grupo de militares llegó al domicilio de Fernández Mendieta y Graciela Ferreira, ubicado en el en el kilómetro 178 de la ruta 5, en las afueras de Durazno, en busca de material subversivo.

El operativo había sido ordenado por el capitán Juan A. Núñez, quien oficiaba como juez militar. El operativo fue asignado teniente coronel Juan P. Bonfrisco, quien estaba a cargo del Regimiento de Caballería de Durazno. La orden era verificar la existencia de “actividades subversivas materializadas en escondites de prófugos o requeridos por subversión, depósitos clandestinos de dinero, armamento, explosivos, ocultamiento de valores hurtados y documentación del movimiento clandestino”.

Bonfrisco le encargó la dirección del procedimiento al alférez Gustavo Mieres, quien solamente pudo encontrar encontraron veinte ejemplares del periódico “Causa del pueblo”, que podía comprarse en quioscos de Montevideo, y cuatro libros de teoría marxista.

De todos modos, Mieres y sus cómplices se llevaron a Fernández Mendieta para interrogarlo en el cuartel. La última imagen que su esposa Graciela tiene de Oscar es la del detenido, esposado en la parte trasera del vehículo militar, saludándola con las manos en alto pidiéndole que tuviera “coraje y valor”.

Fernández Mendieta murió en la tortura ese mismo día, pero los represores ocultaron el asesinato hasta el día siguiente, cuando se lo notificaron a sus padres. El intento de ocultamiento incluyó el engaño a su esposa, quien había visitado el cuartel para llevarle ropa y tabaco, pero los militares le dijeron que sólo podría hacerlo al final de la tarde. Cuando eso sucedió Fernández Mendieta llevaba 12 horas muerto.

Los médicos cómplices


Oscar Fernández Mendieta. Imagen: Durazno Digital. 

A fin de disimular el asesinato por torturas de Fernández Mendieta, los militares urdieron un engaño que tardó poco tiempo en derrumbarse. Aseguraron que el detenido había intentado fugarse y en su carrera se cayó de lo alto de una escalera y golpeó su cabeza contra el suelo. Según el relato inventado, los militares Blanco y Mieres intentaban reanimarlo mientras Ballestrino (hijo del general Alberto Ballestrino) corría a buscar un médico, quien llegó al lugar cuando el detenido ya estaba muerto.

La autopsia amañada se realizó en la madrugada del 25 de mayo y estuvo a cargo de los médicos militares Julio C. Rossi Salinas, Juan J. Navarro y el médico policial Hugo Bosch, quien estableció que había muerto a causa de un infarto de miocardio. A pesar de la versión del infarto, el informe consigna erosiones y hematomas en la nariz, los pómulos, un hombro y los muslos.

Sin embargo, exámenes realizados al cuerpo en el momento del velatorio consignan la evidencia de la aplicación de tormentos, según un estudio pedido por el entonces senador del Partido Demócrata Cristiano Juan Pablo Terra. El informe de los médicos Edison Scaffo, Carlos Schettini y Eduardo Pastor señala que “los traumatismos son múltiples y en distintas zonas del cuerpo y de muy diversa naturaleza”, denunció Terra en el Senado.

“Por un lado tenemos la opinión médica que he recogido, que señala que el gran hematoma tóraco-abdominal izquierdo es prácticamente imposible, extremadamente difícil, que pueda producirse por una caída sea o no de una escalera. Hay un segundo aspecto. El hematoma grande que se presenta en la sien, podría, a juicio de los médicos, haber ocasionado un derrame cerebral. Sin embargo la autopsia se realiza en el cuerpo sin abrirse el cráneo. Esto es una irregularidad puesto que allí no se explora una posible causa de muerte”, explicó Terra.

Gracias a la denuncia del senador Terra se consiguió la convocatoria del ministro de Defensa Walter Ravenna, quien se negó a concurrir a la primera citación. Sí concurrió a la segunda, pero el parlamento no pudo interrogarlo porque se quedó sin quórum. Ya no hubo tiempo de insistir porque pocos días después se produjo el golpe de Estado que disolvió las cámaras legislativas.

La denuncia de 2006

La audiencia de este martes se realizará en el marco de la investigación judicial surgida por una denuncia presentada en 2006, que sobrevivió a las chicanas que los abogados de los represores suelen utilizar para retrasar los procesos que persiguen los delitos de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado.

Las primeras diligencias fueron ordenadas por la entonces titular del juzgado penal de 7° Turno, Mariana Mota, quien interrogó a los militares acusados de la muerte bajo torturas de Fernández Mendieta y también a los médicos que realizaron el examen del cuerpo durante el velatorio.

Uno de ellos, Carlos Schettini, fue muy claro en su comparencia al detallar los signos de tortura que eran evidentes. “En el reconocimiento yo vi que en la frente tenía quemaduras de cigarrillos […] Tenía hematomas en todo el cuerpo y los dos grandes hematomas en lugares asimétricos […] esto no era muy compatible con una caída. Mi conclusión es que lo habían golpeado”, dijo ante la jueza Mota.

Por su parte otro de los médicos, Edison Scaffo, agregó: “El informe fue firmado por los tres médicos de acuerdo a lo que veíamos. Pero nuestros pensamientos no los pusimos en el informe, concluimos que había algo más porque era un persona joven para morirse de la causa que se había consignado, las lesiones no podían explicar ese fallecimiento, no constatamos que hubiera facturas de huesos tampoco”.

El Regimiento de Caballería número 2 general Pablo Galarza de Durazno se hizo conocido en los albores de la dictadura como uno de los lugares de detención más salvajes en la aplicación de los tormentos. Según consigna un informe del Observatorio Luz Ibarburu (OLI), varios detenidos que sobrevivieron a la tortura aplicada en ese cuartel señalan la especial crueldad de Alberto Ballestrino, quien aplicaba golpes de karate con los prisioneros, les lanzaba un ovejero alemán para que los mordiera y no tenía problemas en identificarse por el nombre.

La tortura se hacía en el aljibe del cuartel, una habitación grande y subterránea a la que se accedía por una escalera, y en la que se presume fue atormentado hasta la muerte Oscar Fernández Mendieta. Este martes la jueza Adriana de los Santos deberá pronunciarse sobre el pedido de procesamiento de los militares retirados Gustavo Mieres, Daniel Blanco, Alberto Ballestrino y Liber Morinelli, tras el pedido realizado por la fiscal Ana María Tellechea.

El informe de la Secretaría de DDHH para el Pasado Reciente



Aliados de Sudestada