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03/01/2022

Incendios forestales inéditos fueron agravados por la falta de previsión

Una ola de incendios sin precedentes en el noroeste del país evidenció falta de preparación y recursos del Estado y de las empresas forestales para atender una emergencia totalmente previsible
Víctor L. Bacchetta

El miércoles 29 de diciembre, en la tarde, una camioneta del servicio de correos que transportaba pinturas en aerosol se prendió fuego a la altura del kilómetro 66 de la ruta 25, en el departamento de Río Negro, posiblemente por las altas temperaturas de ese día. El incendio generó explosiones y llamas que encendieron los pastos vecinos y se prolongaron hasta las plantaciones que bordean la ruta en esa zona

Sin ser el único foco de los incendios que se generaron ese día, este al menos podría haber sido detenido si se actuaba con la rapidez requerida. En efecto, en este caso se pudo haber respondido a tiempo desde el centro de acopio de madera de la empresa Montes del Plata, que cuenta con maquinarias y equipos contra incendios adecuados, y que se encuentra a solo 700 metros del lugar donde estaba la camioneta.

Al día siguiente, a pocos kilómetros del anterior, cerca de las localidades de Orgoroso y Piedras Coloradas, en Paysandú, surgieron varios incendios en las áreas forestadas, de Forestal Oriental (UPM), Montes del Plata y Caja Notarial. Ayudado por los vientos, el fuego se extendió rápidamente por miles de hectáreas desbordando la capacidad de control de los vecinos y las pequeñas dotaciones locales de Bomberos.

El viernes 31, el ministro del Interior, Luis A. Heber, hizo una recorrida por las zonas afectadas, que en ese momento llegaba a unas 22 mil hectáreas. El ministro calificó la situación como "el incendio más grande en la historia del país" e informó que, junto con la Dirección Nacional de Bomberos, habían barajado recurrir a refuerzos aéreos de Brasil y Chile, pero los descartaban por la demora que tendrían en llegar.

Heber confirmó asimismo la presencia de tornados o remolinos de fuego que habían sido registrados en algunos lugares por los vecinos. Encima de los incendios, a gran altura, se forma una especie de "cúpula de calor" de altísimas temperaturas que genera corrientes de fuego hacia arriba y hacia abajo que recorren el terreno.


Foto: Ministerio del Interior

El último Informe de situación de incendios forestales del SINAE (Sistema Nacional de Emergencias), emitido el 31 de diciembre, daba la sensación de tener la situación bajo control. Según el informe, proseguían las tareas de combate a los incendios forestales y de campo que atribuyó a "la ola de calor y al déficit hídrico" y que estaban a cargo de los Centros Coordinadores de Emergencias Departamentales (CECOED).

Según el CECOED de Río Negro, las localidades de Algorta y Tres Bocas estaban en ese momento fuera de peligro. "Allí efectivos de Bomberos y del Ejército con el apoyo de la Intendencia y de las empresas forestales, siguen trabajando para controlar el fuego", afirmaba el organismo. Sin embargo, los informes de los vecinos de la zona no coincidían con el SINAE y ese mismo día la situación se volvió a agravar.

El CECOED de Paysandú reconocía en cambio que la situación allí era más compleja, estimaba que la superficie afectada ascendía a 12 mil hectáreas y todo su personal estaba abocado a la protección de los poblados más cercanos: Orgoroso y Piedras Coloradas. Según el órgano oficial, este objetivo se estaba cumpliendo y esperaba que las condiciones meteorológicas facilitaran el trabajo de los helicópteros.

Las lluvias detuvieron el avance del fuego

Pero el 31 resurgieron los focos ígneos en la zona de Algorta. A su vez, el fuego llegó hasta Orgoroso, obligando a sus habitantes a abandonar el lugar. Las llamas iban en dirección hacia Piedras Coloradas, la llamada Capital de la Madera, que empezó a prever la evacuación. Al atardecer, comenzaron a caer en la ciudad de Paysandú cenizas y hojas provenientes de aquella zona, a 70 kilómetros de distancia.

Ese día, la Sociedad de Productores Forestales (SPF) informaba que empresas y contratistas del sector estaban aportando equipos y más de 250 trabajadores para combatir los incendios. A esa altura de los hechos, en lugar de ser una demostración de eficiencia, era todo lo contrario, pues la ola de incendios avanzaba sin control. Lo que debieron hacer era mucho antes de que se llegara hasta ese punto.

La expansión de los incendios se contuvo el sábado 1° de enero, gracias a las lluvias de ese día, sobre todo en el litoral del país, sin que se detuvieran las acciones para apagar los focos todavía activos. Vecinos y organizaciones sociales de las capitales departamentales aportaron agua y alimentos para los vecinos y los bomberos e incluso organizaron cuadrillas que se trasladaron a combatir el fuego en los lugares

Ya bajo la lluvia, el presidente Luis Lacalle Pou se hizo presente el sábado. "Llegamos tarde", declaró en Piedras Coloradas, y agregó que no se haría ningún balance hasta que hubieran concluido las tareas de control de los incendios. El domingo, Heber se reunió con los CECOED locales y anunciaron medidas mínimas para los vecinos afectados, como que OSE no cobrará el agua utilizada en la emergencia (sic).

En medio de los incendios, incluidos otros de menor escala desatados paralelamente en la los balnearios del Fortín y Villa Argentina, en la costa de Canelones, el secretario general de la Alianza de Bomberos del Uruguay (ABU), Freddy Silvera, sostuvo que había una “profunda preocupación” en la entidad por los incendios forestales.

“Nos preocupan nuestros trabajadores, porque hemos venido trabajando durante años reclamando que se generen vacantes para que la Dirección Nacional de Bomberos cuente con un número suficiente de bomberos para poder hacer frente a situaciones como la que se está presentando ahora”, agregó el dirigente gremial.

Testimonios de productores locales

El fuego devoró todo a su alrededor, cientos y cientos de hectáreas de forestación y campos de otras producciones. El día 30, en dos horas la masa de fuego avanzó 24 kilómetros (es la velocidad de un maratonista). Las chispas volaban como lanzas encendidas hasta cinco kilómetros del lugar donde estaba el fuego.

En medio de una improvisación total, las autoridades y los bomberos priorizaban los pueblos y los productores locales tuvieron que valerse por sí mismos. Pasaron tres noches sin dormir combatiendo el fuego, tratando de salvar al menos las viviendas, con pérdidas totales de colmenas, cultivos y animales en varios casos.

Las empresas forestales evidenciaron una subestimación e incapacidad para enfrentar la situación. No había cortafuegos bien hechos, no tomaron al comienzo las medidas adecuadas que es cuando la magnitud del incendio aún es pequeña.

Mucha voluntad de jóvenes y vecinos solidarios para combatir algo demasiado grande, el ataque se debe corresponder con el tamaño del monstruo. No hay un avión para apagar incendios, los helicópteros recargaban el agua de los tajamares de los productores, las empresas forestales no tenían de donde sacar agua.


Foto: Ministerio del Interior

El productor local considera que hubo una subestimación de la situación de extrema sequía que se está atravesando, con mucho material inflamable en el suelo. A pesar de las lluvias, el lunes 3 proseguían los trabajos para apagar los focos encendidos. "Si la perspectiva es plantar y plantar y no prever, estamos en el horno", concluyó.

Una visión desde la sociedad civil

Un conjunto de organizaciones sociales sanduceras, defensoras del medio ambiente, sindicatos y gremios, centros de enseñanza y entidades religiosas, que colaboraron activamente en estos días en la lucha contra los incendios, emitieron una declaración con un análisis de lo sucedido donde reclaman respuestas de las autoridades.

"Exigimos que las autoridades asuman la responsabilidad y una revisión exhaustiva de las medidas para evitar que se repitan situaciones como las vividas en los últimos días. Hacia adelante, reclamamos la presencia de una brigada permanente de bomberos en cada zona y la realización de simulacros de acción conjunta del estado, empresas y pobladores para estas contingencias", expresa la declaración.

Para esas entidades, no menos importante son "los costos de las compensaciones por los daños sufridos, así como de los recursos para ejecutar los planes preventivos necesarios (dotaciones locales de bomberos, reservas de agua, etc.), no deben salir del erario público, sino de las empresas que operan en la región. De lo contrario, estaríamos otorgándoles nuevos subsidios a costa de todos los uruguayos".

"Ante la opción del Estado por un desarrollo forestal de esa magnitud, no se puede alegar sorpresa ante lo sucedido. No solo ha faltado previsión en los organismos públicos correspondientes, sino también exigencias de seguridad apropiadas para las empresas forestales", manifiestan las organizaciones sociales.

Otros puntos destacados de la declaración:

- Las causas accidentales no son razón suficiente para explicar la amplitud y gravedad del siniestro y evidenciaron la falta de previsión y coordinación de las autoridades competentes para enfrentar una contingencia que era completamente previsible.

- Las decenas de miles de hectáreas forestadas constituyen, sin lugar a dudas, un riesgo por la generación de incendios que debió ser previsto desde hace años y haberse definido los recursos y las medidas necesarias a adoptar.

- Las organizaciones sociales laman la atención también sobre la falta de preparación y prescindencia ante los hechos de las empresas forestales presentes en la zona, que deberían ser las primeras en tener medidas previstas y en actuar.


Aliados de Sudestada