Nuevos informes oficiales arrojan más luz sobre las causas y la gravedad de los derrames ocurridos en la nueva planta de celulosa de la multinacional finlandesa pocos meses atrás
Víctor L. Bacchetta
Los importantes accidentes ocurridos este año en la planta de celulosa de la multinacional UPM vecina de Paso de los Toros, inaugurada oficialmente en el mes de junio, no han sido el producto de factores imprevisibles o la casualidad. En una instalación industrial de esas características, estos hechos obedecen a causas perfectamente detectables y, a medida que se conocen los detalles de lo ocurrido, se perciben tanto fallas en la construcción como en la fiscalización oficial.
El derrame de soda cáustica en agosto que provocó la mortandad de fauna y flora en el arroyo Sauce provino de una pileta del área de almacenamiento de insumos químicos y combustible que tenía fallas desde el comienzo de la operación de la planta. A mediados de octubre, la Dirección Nacional de Calidad y Evaluación Ambiental (Dinacea) le comunicó a UPM que extendiera el sellado de la pileta al resto de las estructuras de esa área, pero esto no era todo.
Por tratarse de una filtración a través de las paredes de la pileta hacia el subsuelo y no ser una descarga sobre la superficie, la gravedad del derrame fue mucho mayor. Por este hecho, antes de llegar al arroyo, que se encuentra a unos 400 metros de distancia de la pileta, el fluido se pudo expandir hacia los costados de ese trayecto y hacia abajo, por lo que buena parte de la soda cáustica quedó en el terreno y con nuevas lluvias podía seguir llegando al arroyo.
El 25 de octubre, representantes de UPM, la Dinacea y la Comisión de Seguimiento del proyecto concurrieron a la zona del derrame. Durante la visita, técnicos de la consultora EIA contratada por UPM y la Dinacea hicieron mediciones de pH para conocer la acidez o alcalinidad del agua. En cuerpos de agua dulce, en una escala de 1 a 14, los valores normales del pH varían entre 6 y 9, los valores letales de acidez son menores a 4,5 y los de alcalinidad superiores a 9,5.
Ese día, mientras las mediciones de los técnicos de la consultora EIA en el tramo del arroyo Sauce aguas abajo del derrame dieron un valor de pH 8,05, las mediciones de la Dinacea en los pozos de captación de líquido excavados en la cercanía de la pileta de origen de la filtración registraron altos valores, desde 10,2 hasta 12,59 de pH, que se correspondían con la presencia de soda cáustica y evidenciaron que parte importante del derrame se encontraba todavía en el subsuelo.
Al ver que el derrame provino de filtraciones en esa pileta, los técnicos de la Dinacea recordaron que para otorgarle la autorización de operación a UPM solo habían inspeccionado el sector de efluentes finales de la producción de celulosa. Dedujeron que otros componentes de hormigón de la planta podían tener fallas y le exigieron a la empresa que revisara las otras estructuras que pudieran filtrar sustancias químicas u otros fluidos con alto poder contaminante.
Los impactos no mensurables
La Dinacea requirió a UPM un plan de prevención de las causas del derrame, de seguimiento y mitigación de sus consecuencias, para lo cual debía delimitar el área afectada. A mediados de noviembre, la empresa definió una zona de 1,5 hectáreas (el equivalente a tres canchas de futbol) con potencial afectación del terreno y flujo subsuperficial, pero los técnicos oficiales consideraron la respuesta
“incompleta”, además de no plantear acciones concretas, ni cronograma de ejecución.
UPM había excavado unas trincheras transversales al trayecto entre la pileta averiada y el arroyo, con pozos más profundos intercalados, para frenar y reducir el flujo extrayendo parte del derrame en el camino. Según lo informado a la Dinacea, a lo largo de tres meses, en el Sector 1, cercano a la pileta, extrajeron de 4 a 8 metros cúbicos diarios y, en el Sector 2, zona baja del terreno cercana al arroyo, extrajeron de 16 a 20 metros cúbicos diarios, en tiempo seco.
La empresa multinacional de origen finlandés proponía continuar los estudios realizando nuevos cateos con retroexcavadora cada 25 metros en los sectores 1 y 2, estudiar la instalación de un sistema de bombeo permanente del agua emergente en esos lugares y definir un nuevo sector de en la zona adyacente a la pileta de control, construyendo con un equipo de perforación pozos entubados de entre 4 y 6 metros de profundidad, que pudieran ser utilizados posteriormente como puntos de monitoreo.
En contrapartida, la Dinacea requirió a UPM extender en ambos sectores hacia el sur la zona potencialmente afectada, construir en el sector 1 una trinchera próxima a la zona pavimentada, cuyo fondo debía estar un metro por debajo del fondo de la pileta, y otra trinchera próxima a la zona donde culmina el terraplén de dicho sector, cuyo fondo llegue al pie del talud del terraplén, y extender en el sector 2 cinco metros hacia el sur el canal de recolección de agua.
El organismo oficial estableció un plazo hasta el 20 de diciembre para ejecutar estas acciones, midiendo en todos los puntos el valor del pH, volúmenes y tiempos de bombeo de lo extraído. y estableció que esta operación “continuará hasta que se tenga evidencia suficiente, a juicio de Dinacea, de que futuras infiltraciones no resultarán ya afectadas por el citado derrame” (sic).
Adicionalmente, los técnicos encontraron carencias en el sistema interconectado de envallados para contener posibles derrames desde cualquiera de los tanques. Esto se había advertido antes de la autorización de operación e incluido como condición a ser subsanada. Al comprobar que no se había hecho, la Dinacea fijó un plazo hasta fin de año para readecuar las interconexiones y de seis meses para pavimentar las superficies contiguas a las paredes de los envallados.
Los derrames y la imagen pública
Con las tareas de reparación del derrame de agosto en pleno desarrollo, el 10 de noviembre se produjo un nuevo derrame, esta vez por la rotura de la soldadura de unión de dos tuberías que alimentan una torre en la sección de blanqueo. Se derramó la casi totalidad del contenido de la torre, pulpa de celulosa en proceso de blanqueo, consistente en una masa viscosa de color amarillento con 10 a 12 por ciento de fibra y el resto de agua y productos químicos.
UPM emitió un comunicado el día 11 anunciando solamente que podrían generarse
“episodios de olor” a raíz de tareas de mantenimiento de la planta. Cuando se divulgaron unas imágenes del hecho en la prensa, Matías Martínez, encargado de comunicaciones de la empresa, declaró que no era un derrame sino
“una rotura de una cañería que contenía celulosa” (sic), que no hubo impactos ambientales ni lesionados, y admitió que se había interrumpido la producción.
El día 13, UPM respondió una consulta de Esteban Calone, integrante por la sociedad civil de la Comisión de Seguimiento del proyecto, quien le solicitó información sobre las características del derrame.
“Confirmarle que no hubo ningún derrame químico en la planta”, expresó la empresa, en un correo electrónico, con copia a la Dinacea.
Sin embargo, según el acta de la inspección realizada por la Dinacea el día14, la torre origen del derrame corresponde a la segunda etapa de blanqueo, denominada alcalina, que utiliza peróxido de hidrógeno y soda cáustica. Esta vez, la fuga fue contenida por los sistemas de recolección de la sección, quedaron cubiertos por la masa equipos y dañados algunos sensores. Una vez hecha la limpieza de la zona afectada, se acumularon unas 250 toneladas de pulpa seca.
El 15 de noviembre el ministro de Ambiente, Robert Bouvier explicó en conferencia de prensa que este derrame se había producido por la
“la rotura de un conducto por el cual se liberó celulosa, un producto que está por finalizarse”.
Al igual que UPM, Bouvier solo habló de derrame de celulosa, insinuando que se trataba de algo inocuo, y destacó que era un producto comercializable.
"Al parecer, el problema fue simplemente una cuestión operativa", concluyó el ministro.
UPM ocultó y dilató información de los hechos, favorecida por la demora de las autoridades en reconocerlos. Anunció ahora que es la única empresa de la industria forestal y de papel en los índices de sostenibilidad Global y Europeo de Dow Jones.
La imagen no se corresponde con la realidad, pero UPM la mantiene a toda costa para tener el apoyo del público y, sobre todo, para aumentar el valor de las acciones y acceder a los “créditos verdes” de los bancos.