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29/04/2020

Conferencias de prensa limitadas o sin preguntas también son una pandemia

Los gobiernos jamás han estado en contacto tan permanente con sus ciudadanías como ahora. El Covid-19 es el motivo, a veces la excusa, y los periodistas no siempre pueden hacer su trabajo

Conferencia de prensa en la Torre Ejecutiva. Foto: Presidencia.

Darío Klein* / Sudestada / @KleinDario

El ritual se repite noche tras noche en buena parte de los canales de televisión nacionales del mundo. El Presidente, una mesa o un atril, los periodistas, presenciales o virtuales, las cámaras. Y, del otro lado, la ciudadanía.

Habitualmente en horario central, pero también a veces en la mañana o en la tarde. Los mensajes sobre el tema excluyente de la humanidad hoy: el Covid-19, su reacción, sus números, propuestas, planes y medidas a tomar. Radios y televisiones de todos los colores, las transmiten en vivo. En sus casas, sin poder -o sin querer- salir, la población, cuya vida cambió por el virus, tiene esa atractiva opción en su menú de consumo mediático. Todos en casa, en sus sillones. En frente, la pantalla.

Alrededor del globo, los mandatarios y/o sus voceros de turno, hablan de ciencia, de medicina, y aprovechan para avanzar en sus agendas políticas. Unos para acallar quejas, protestas y reclamos previos a la pandemia, otros para reducir libertades, o para perpetuarse en el poder u obligar a acuerdos a sus otrora adversarios políticos. Unos para realizar transformaciones impopulares difíciles de impulsar en otro contexto, otros para legitimarse en sus cargos, y algunos simplemente para ganar popularidad.

Estas conferencias, ruedas de prensa, mensajes grabados o en vivo, presenciales o virtuales, han generado críticas y quejas de la población, de periodistas, y de organismos encargados de garantizar la libertad de expresión.

Un comunicado de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la OEA cuestionó que el formato de conferencia de prensa, de a poco se transforme en un sistema de cadena nacional de hecho. “En varios países se reportaron dificultades en el acceso de periodistas a conferencias de prensa oficiales y en la posibilidad de que éstos realicen preguntas de forma presencial o virtual, sin que se establezca de forma clara el criterio para la selección de los medios que pueden realizarlas”, indicó su más reciente comunicado. Y agregó: “lo anterior puede socavar el rol de la prensa y el derecho a la información de las personas sobre la pandemia, así como la rendición de cuentas del gobierno”.

El relator Edison Lanza abogó, además, por que las preguntas se puedan hacer y sean respondidas. “Incluso las preguntas formuladas en espacios virtuales deben ser respondidas por las autoridades con debida diligencia, debido a que la prensa es el principal canal para allegar cuestionamientos o interrogantes a las autoridades ante la situación de emergencia y aislamiento de la población”.


Caso a caso



Después de una primeras semanas ausente, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, empezó a dar conferencias de prensa diarias a las 19 horas, a veces sin derecho a preguntas. Ahora, sin embargo, dice que cree que es mejor no hacerlas porque los medios “no hacen nada más que preguntas hostiles y se niegan a informar la verdad o los hechos con exactitud”. En un tuit, su vía preferida de comunicación, agregó que “tienen registros de rating record” con esas conferencias, y la gente “recibe noticias falsas”. Pese a ello, al menos hasta ahora ha continuado con el régimen diario de mensajes desde la Casa Blanca.

En Argentina, el presidente Alberto Fernández no da demasiadas conferencias de prensa. Prefiere hablar a distancia, a través de alguna plataforma tecnológica de video o audio, con programas periodísticos de todos los colores. La última conferencia de prensa como tal fue hace un par de semanas (cuando anunció la extensión de la cuarentena). Los periodistas pudieron estar presentes pero no siempre pudieron hacer preguntas. En todos los casos, debieron seguir el protocolo sanitario: estar separados, con barbijo y micrófonos cubiertos.

Fernández también emite, en forma esporádica, mensajes grabados que los canales siempre reproducen. Sus conferencias y declaraciones se han caracterizado por el uso de pantallas con power points explicativos y también por sus horarios poco habituales: un sábado a las 21, o un viernes a las 22 horas. Además del presidente, la ministra de Salud da, todos los días, dos conferencias de prensa con el parte diario del Covid-19: una de mañana y otra a las 20 horas. En tal caso, siempre responde preguntas, en el orden en que los periodistas se van anotando.



El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, potencia la comunicación directa y permanente con la ciudadanía a través de twitter, whatsapp, lives de Facebook o mensajes a través de Record TV, de la iglesia evangélica, a quien privilegia. Ha hecho, sin embargo, algunas pocas conferencias y, sobre todo, ruedas de prensa en la salida del Palacio de Planalto, en Brasilia. Éstas tienen la peculiaridad de que los periodistas suelen estar al lado de los partidarios del presidente, que suelen hostigar a los reporteros. Esta situación dificulta que Bolsonaro responda lo que se le pregunta, o que deje de acosar a los periodistas que le hacen alguna pregunta difícil.

En Chile, la pandemia tomó al gobierno de Sebastián Piñera con una histórica impopularidad. En medio de fuertes protestas en su contra, el presidente chileno trepó del 6 al 25% de aceptación en las últimas semanas. Su manejo de la crisis, con proporcionalmente bajo número de infectados y muertos, y su aparición permanente en los medios seguramente ayudó. Su ministro de Salud o algún representante suyo, hacen un informe cada mañana, donde se aceptan 4 o 5 preguntas que los periodistas acreditados en La Moneda, sede del gobierno, pueden formular siguiendo el orden indicado en un sorteo previo.

Una de las quejas más recurrentes de los periodistas chilenos es la incapacidad para realizar repreguntas en caso de que no haya respuesta a lo preguntado o se quiera profundizar un poco más en el tema. Se les corta el micrófono. Piñera se ha sumado a un par de estas conferencias y, a la vez, ha utilizado semanalmente el mecanismo de los mensajes grabados –en cadena nacional- o las conferencias de prensa sin preguntas.

En Venezuela, el gobernante de facto Nicolás Maduro ya tenía acostumbrada a la población a la permanente exposición pública en cadenas nacionales o conferencias televisadas por todos los canales. Desde que estalló la crisis, esa presencia pasó a ser diaria, con sus ministros o funcionarios de confianza presentes, y sin preguntas ni presencia de periodistas independientes.



En Bolivia, la gobernante de facto Jeanine Áñez, se presenta desde el Palacio de gobierno, sin aceptar preguntas. Es más, la mayoría de sus mensajes son grabados. No se trata de cadena, porque su transmisión no es obligatoria: se divulga el mensaje por el canal del Estado y cualquier medio puede levantar de allí la señal. Una comunicación que, obviamente en esta circunstancia, nadie se quiere perder. Cuando hay conferencias de prensa de ministros, estas también se hacen sin periodistas presentes, que pueden enviar sus preguntas al grupo de whatsapp que integra cada ministerio.

En Honduras, el mandatario Juan Orlando Hernández tampoco autoriza las preguntas. Se presenta, habla, y se va. Los periodistas toman nota, en el mejor de los casos.

En Panamá, las conferencias son virtuales, por la aplicación Zoom. Para estas conferencias, el presidente Laurentino Cortizo habla desde su oficina y elige a unos cuatro periodistas (tres de los canales comerciales y uno del público) para que le hagan preguntas. Este sistema generó quejas de los periodistas excluidos y también de los presentes, que expresan la dificultad de repreguntar cuando el mandatario decide no contestar u olvida responder la pregunta.

En Costa Rica, también se estableció durante la “nueva normalidad” una dinámica virtual: “conferencias de prensa” a través de una señal de TV y preguntas por whatsapp que no se emiten en tiempo real ni tienen posibilidad de repregunta. Según lo anunciado, las conferencias presenciales del gobierno que preside Carlos Alvarado recién retornarían en mayo.

En El Salvador, en cambio, los periodistas pueden acceder a la casa de gobierno para las conferencias del presidente Nayib Bukele. Para poder entrar cada periodista debe tener el tapabocas correspondiente y se le toma la temperatura. Los camarógrafos deben estar separados entre sí y los reporteros sentados con dos butacas de por medio. Sin embargo, la presencia de los periodistas en el lugar no siempre es necesaria: en estas conferencias, el mandatario generalmente no responde preguntas y, cuando lo hace, autoriza un máximo de tres a cinco preguntas que, según un periodista local, son generalmente asignadas a medios afines. La situación informativa en El Salvador ha sido la más cuestionada por la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH que denunció la limitación de acceso de periodistas a las conferencias y “la imposibilidad de realizar preguntas”.



En Colombia, el presidente Iván Duque privilegia la comunicación directa con la gente a través del Facebook Live, generalmente los fines de semana. Pero, además, el mandatario o su equipo de gobierno realizan otro tipo de intervenciones casi diarias. También hay conferencias de prensa, para temas específicos. Pocas con el presidente, varias con los ministros. Para tales conferencias se convoca a los medios, pero no son presenciales. Las preguntas se realizan por Facebook u otras plataformas y los gobernantes (a través del director de comunicaciones del presidente o del ministro convocante) eligen las que responden.

En Ecuador, hay muchas quejas de los periodistas sobre cómo maneja la comunicación el presidente Lenin Moreno. Su presencia mediática es a través de cadenas nacionales pregrabadas, para anunciar medidas puntuales. Unas dos por semana, en promedio. En tanto, sus ministros se comunican a través de “conferencias de prensa” virtuales, a distancia, en las que responden apenas alguna pregunta a los medios que alcanzan a inscribirse para ello. Los funcionarios que más intervienen en esos encuentros virtuales son la ministra de Gobierno y el ministro de Salud. Además, hay una cadena nacional casi diaria que reproduce los informes de manejo de la crisis: informes de propaganda editados y musicalizados.


La situación en Uruguay



El coronavirus encontró a Uruguay con un flamante gobierno, que recién daba sus primeros pasos. Una de las novedades de la nueva administración fue la creación de la figura del vocero presidencial, para lo cual fue designado Aparicio Ponce de León. Sin embargo, tal vez por la propia situación del Coronavirus, Ponce de León solamente condujo una conferencia de prensa desde su designación.

Desde el viernes 13 de marzo hasta el 27 de abril, el presidente Luis Lacalle Pou se presentó en nueve conferencias de prensa, todas en horario central, y en todas con dos o más ministros a su alrededor. El resto de las conferencias realizadas en horario de noticiero -12 hasta ahora- las condujo el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, quien se convirtió, de hecho, en el verdadero vocero presidencial. Al igual que en los mensajes del Presidente, a su alrededor fueron rotando distintos ministros que, en algunos casos dijeron algo y en otros simplemente marcaron su presencia.

En promedio, el presidente o su secretario de Presidencia se han presentado, en horario central, 3,5 veces por semana.

Estas conferencias han mantenido siempre el mismo formato: generalmente se convocan minutos antes de su realización, empiezan con un mensaje específico, generalmente con algunas cifras de infectados o muertos por el virus, y luego hay espacio para entre 4 o 5 preguntas de periodistas presentes en el lugar. El acceso de los periodistas al lugar es libre, sin listado de acreditados como sucede en muchos países.

En un principio, las preguntas se seleccionaban libremente: básicamente preguntaba el primero que levantaba la mano. Posteriormente, los propios periodistas definieron, a pedido del subdirector de la secretaría de Comunicaciones, un nuevo formato para organizarse: un sorteo entre los medios presentes definió un orden permanente de preguntas. Aquellos que no participaron de aquel sorteo, se fueron anotando al final de la lista.

A partir de las últimas dos semanas, a ese sorteo se le agregó una regla: si un medio que está en la lista no está presente durante la conferencia en la que le toca preguntar, pierde su turno.

Las preguntas se realizan en el orden asignado y los periodistas no tienen derecho a repregunta en caso de dudas o de que la pregunta no haya sido respondida. Una vez planteada la interrogante se les quita el micrófono. En algún caso se han escuchado repreguntas fuera de micrófono, pero han sido la excepción.

Otro cambio que ha habido en las últimas semanas, es el retiro de sillas y designación de lugares específicos para reporteros y camarógrafos, para que los periodistas estén más separados entre sí.

Como sucede en toda la región, estos mensajes son transmitidos por todos los medios, públicos y privados, casi sin excepciones. Y, también como en casi toda la región, el formato ha generado críticas. En el caso uruguayo hay dos quejas fundamentales: la convocatoria a la conferencia de prensa sobre la hora, y la dificultad para repreguntar.

El anuncio de las conferencias de prensa “en minutos”, obliga a los periodistas a montar guardia en la Torre Ejecutiva o arriesgarse a perder su turno de preguntas. Esto es un problema para los medios más chicos, que no tienen periodista asignado específicamente a cubrir la Presidencia. Y la falta de repreguntas provoca que algunas de las interrogantes queden sin respuesta.

* Agradezco a los colegas de Latinoamérica por la información que me aportaron respecto a cómo cubren las conferencias de prensa en cada uno de sus países.
Aliados de Sudestada