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26/01/2021

Las víctimas del patriarcado en Uruguay

A pesar del discurso machista, nuevos datos muestran que hubo al menos 21 femicidios en 2020, mientras sigue en duda la aplicación de la ley contra la violencia de género.

La SCJ no tiene presupuesto para aplicar la ley integral contra la violencia de género. Foto: Sudestada. 

Por Luciana Rodriguez Sacco / Sudestada / @LuRSacco

En diciembre la Suprema Corte de Justicia (SCJ) comunicó al Poder Ejecutivo que, por insuficiencia presupuestal, no se cumplirá la ley integral de violencia hacia las mujeres basada en género N° 19.580. De esta forma, entre otras consecuencias, no se instalarán tres juzgados especializados que debían comenzar a funcionar al norte del río Negro.

Por esta razón, la vicepresidenta Beatriz Argimón y la directora de Inmujeres Mónica Botero se reúnen este miércoles 27 con el presidente de la SCJ, Tabaré Sosa, para plantear alternativas que permitan cumplir la ley.

Los datos oficiales, a los que accedió Sudestada, muestran que la aplicación de esta ley aprobada en 2017 se volvió más necesaria en el último año. En ese período, Uruguay presentó cifras que coinciden con los datos a nivel global: al menos el 60% de las mujeres asesinadas tenía un vínculo cercano con el hombre que las mató. A nivel regional, Uruguay es el segundo peor país en el número de femicidios cada 100 mil habitantes, después de República Dominicana.


¿A qué le teme el patriarcado?



Hay discursos que no pierden vigencia: “matan mujeres, pero también hombres” dijo un cantante de música tropical, “nadie menos” enunció una conductora de tevé, “profundiza la brecha de desigualdad” expresó una senadora al referirse al término femicidio. No son los primeros en decirlo, tampoco serán los últimos, porque estos enunciados con apariencia de igualdad tienen el poder de aglutinarse para hacerle el trabajo sucio al machismo.

Y aunque las cifras en el mundo, y más específicamente en nuestra región, dan escalofríos: cada 9 horas en Brasil, cada 23 horas en Argentina, cada 6 días en Chile, cada 9 días en Uruguay y cada 10 días en Paraguay se mató o se intentó matar a una mujer en 2020, ese discurso sigue calando hondo.

¿En el mundo se matan más hombres que mujeres? Sí. ¿Los hombres son asesinados en los mismos contextos y por los mismos motivos que asesinan a las mujeres? No. ¿Quiénes cometen los asesinatos son en su mayoría hombres? Sí. ¿Importa más una vida que otra? No.

Según datos de Naciones Unidas, a nivel global, los varones poseen una probabilidad cuatro veces mayor de ser asesinados en comparación con las mujeres. Sin embargo, si se analizan los homicidios cometidos por pareja, ex pareja o familiares, las mujeres tienen un riesgo muy superior de ser las víctimas.

Si bien solo el 20% de los homicidios en el mundo es perpetrado por pareja o ex pareja, 8 de cada 10 de estos tienen como víctima a una mujer. “Aunque las mujeres y las niñas representan una proporción mucho menor de víctimas de homicidio en general que los hombres, siguen siendo, con mucho, las que soportan la mayor carga de los homicidios cometidos por sus parejas íntimas y por su familia”, expresa el estudio mundial sobre el Homicidio de la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el delito (UNODC) realizado en 2019.

 

En base a las estadísticas de Naciones Unidas, las mujeres no mueren mayoritariamente por peleas en la calle, hechos delictivos en la vía pública o como víctimas del crimen organizado como ocurre con los hombres, sino en el hogar; a manos de parejas o ex parejas o, en menor medida, en espacios públicos víctimas de algún hombre que piensa que ese cuerpo es su propiedad. Es así como los contextos de convivencia son el escenario más probable para un femicidio, en el que víctima y autor se conocen y tienen un vínculo emocional.

En el mundo, son 137 mujeres las que mueren cada día asesinadas por algún hombre de su círculo. Es decir, mueren a manos de alguien en quien confiaban o esperaban confiar.

Y claro que las mujeres también pueden ser violentas, pero hay grandes diferencias con respecto a los hombres. La principal es que la violencia no forma parte de la socialización femenina, sino que lo femenino está socialmente vinculado al cuidado, la maternidad y la entrega. Mientras que en la masculinidad hegemónica “hay una práctica y una conducta habilitante con el ser hombre que es la violencia”, explicó a Sudestada la directora de la organización Mujer y Salud en Uruguay (MYSU) Lilián Abracinskas.

La socialización masculina se da en un contexto donde “el varón tiene que ser poderoso hacia otros varones, porque la manera de demostrar que es el más fuerte, el más líder, el que tiene la razón, es imponiéndose por vías violentas”, concluyó.


Los homicidios en Uruguay

Datos proporcionados por la Fiscalía General de la Nación de Uruguay, en respuesta a un pedido de acceso a la información pública, muestran que entre enero y octubre de 2020, 261 hombres y 14 mujeres fueron imputados por el delito de homicidio. Es decir que solo el 5% de los homicidios cometidos en el país fueron cometidos por mujeres, repitiendo la tendencia mundial donde la mayoría de los victimarios son hombres.

 

Asimismo, según datos del Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Uruguay se encuentra por encima de Argentina, Perú, Paraguay, Colombia, Ecuador y Venezuela en cuanto a la tasa de femicidios por cada 100 mil mujeres. Y si se analiza cuántas de estas mujeres murieron en manos de su pareja o ex pareja, Uruguay está en el segundo lugar, por debajo de República Dominicana.

Fueron 21 las mujeres asesinadas en 2020 en nuestro país, según datos publicados por la plataforma Feminicidio Uruguay. Los últimos datos del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior registran hasta junio de 2020, donde 17 mujeres habían sido víctimas de femicidio. De ellas, 10 tenían vínculo con su agresor, detalla el mismo informe. Es decir, un 60% de las mujeres asesinadas conocía al hombre que las mató.

A la vista está que, tanto a nivel global como en Uruguay, los homicidios en manos de una pareja actual, previa o un familiar son un fenómeno que vulnera especialmente a las mujeres, constituyendo el escenario más común en el que la población femenina es intencionalmente asesinada.

Al respecto, Diego Tajer, doctor en filosofía de la Universidad de Buenos Aires y creador del podcast Deconstruides junto a Tamara Tenenbaum, explicó a Sudestada: “Para muchos, simplemente mencionar este hecho es una persecusión a los hombres en su conjunto. La realidad es que mueren muchos más hombres que mujeres en hechos de violencia, pero en situaciones domésticas hay un desbalance innegable. En todos los países, los asesinatos de cónyuges son cometidos mayormente por hombres”.

“A las mujeres las matan por ser mujeres. Sus perpetradores son los que antes dijeron quererlas, los que tenían a cargo la responsabilidad, los que creen que por casarse con ellas son parte de su propiedad, o porque se sienten aleccionadores de las mujeres que rompen las normas”, apuntó Abracinskas.

“El hombres es el fuerte, el que trata a la mujer como objeto. La mujer no sale a matar. El varón tiene un problema con otro varón y lo soluciona a golpes, el tema es cultural”, señaló a Sudestada Montserrat Montero, integrante de la Comisión directiva de Mujeres de Negro, una organización que trabaja para erradicar la violencia contra las mujeres.

 


Entonces, ¿qué es ser un hombre?



“La orden tantas veces oída ‘sé un hombre’ implica que ello no es tan fácil y que la virilidad no es tan natural como pretenden hacernos creer. Como mínimo la exhortación significa que la posesión de un cromosoma y/o de órganos sexuales masculinos no basta para circunscribir el macho humano”
, argumenta la filósofa francesa Élisabeth Badinter en su libro Xy: la identidad masculina (1993). Es así como la masculinidad hegemónica se construye a través de tres negaciones: no ser bebé, no ser mujer y no ser homosexual, porque el varón debe demostrar que nada tiene que ver con la dependencia infantil, la femeneidad y la atracción hacia otros hombres.

Es decir que los hombres también son prisioneros de la masculinidad hegemónica. Porque la violencia de género tiene su base en la mente femenina que está educada para vivir en la sumisión, pero también en la mente masculina que socialmente está educada para someter.

“Ningún varón nace violento. Pero culturalmente se va pasando como una especie de herencia los patrones que tiene que tener el macho: tiene que ser el fuerte, el que no llora, el niño no puede jugar con muñecas”, destaca Montero.

 

Por ello, el feminismo, que según la RAE es el “principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”, busca romper esas relaciones desiguales de poder, lo que implica no solo modificar la situación de las mujeres, sino también la de los hombres, generando cierto malestar con la masculinidad hegemónica aprendida.

“Que el tema salga de las manos exclusivas de las mujeres, ya que, así como el racismo debe ser comprendido como un problema también de los blancos, cuya humanidad se deteriora y se degrada a cada acto racista, el sexismo debe ser reconocido como un problema de los hombres, cuya humanidad se deteriora y se degrada al ser presionados por la moral tradicional y el régimen de status a reconducirse todos los días, por la fuerza o por la maña, a su posición de dominación”, explica la antropóloga argentina Rita Segato en su ensayo Las estructuras elementales de la violencia: contrato y status en la etiología de la violencia.

“Si queremos solucionar el problema de la violencia de género y los femicidios, tenemos que verlo como un tipo de fenómeno especial y entenderlo en sus propios términos. Eso no tiene nada de malo, ni de persecutorio hacia nadie; simplemente es una actitud práctica. Del mismo modo, si quisiéramos solucionar los accidentes de tránsito, nos convendría observar las rutas”, complementó Tajer.

Porque en definitiva, hoy ser hombre significa tener la certeza que no van a violarte, acosarte o hacerte temblar de miedo mientras caminás solo; que tu casa no va a ser zona de riesgo, y que ninguna mujer va a creerse tu dueña, ni va a matarte cuando quieras irte de su vida o simplemente no ingresar en ella. Las mujeres viven con ese riesgo toda la vida, por eso ¿a qué le tiene miedo el patriarcado?

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