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16/04/2019

Adopciones: hay 360 niños que esperan una familia

En el INAU solo hay 217 familias inscriptas para darles un hogar. Seis de cada 10 niños presentan situaciones que dificultan su acogida. Este martes es el Día Nacional de la Adopción

Hay 77 familias inscriptas en el registro y 140 esperando para entrar. Foto: INAU.

Ángela Rocío Pérez / Sudestada / @arocioperez

Del total de niños que esperan un hogar adoptivo, el 60 por ciento tiene condiciones especiales que dificultan que una familia pueda (o quiera) adoptarlos.

Las condiciones especiales implican problemas de salud, grupos de hermanos –que deben ser acogidos juntos-, niños que mantienen vínculo con su familia de origen o aquellos que por su edad son considerados “muy grandes”. “Es una situación especial porque es especial para conseguir familia” dijo, Ana Dutour, directora del Departamento de Adopciones del Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay (INAU).

Según cifras a principios de abril, en el Registro Único de Adoptantes (RUA) hay 77 familias inscriptas y 140 son las que esperan para ser valoradas y formar parte de la lista. La mayoría de los postulantes para adopción buscan un bebé.

Actualmente solo 30 de los 360 niños que pueden ser adoptados están en el rango de cero a dos años. Es por esto que pueden pasar meses o años hasta que una familia pueda amparar uno. Por el contrario, el 66 por ciento de de estos niños tienen más de siete años. “El tiempo que pases en el RUA depende del proyecto adoptivo que vos tengas”, indicó Dutour.

La condición de adoptabilidad implica la sentencia de un juez determinando que ese menor de edad no puede ser cuidado por su familia de origen. Dependiendo de cada caso, tomar esta decisión puede tomar días, o meses. Mientras tanto, los chicos permanecen bajo el amparo del INAU.

Los niños mayores de 12 años, que pueden ser integrados por familias del RUA, actualmente son 103. Cuando llegan a la adolescencia, o ingresan al sistema en su adolescencia, es difícil que una familia del RUA dé respuesta.

Por esta razón, en su Proyecto de Atención Integral (PAI) en función de la edad y circunstancia cada niño o niña el INAU busca que aprendan oficios y tengan pasantías para que, de ser el caso, puedan egresar del sistema de forma autónoma al cumplir la mayoría de edad sin tener un hogar adoptivo.

Estos adolescentes una vez que deciden vivir de forma independiente (solos, en pareja o con amigos) pueden acceder al apoyo del Ministerio de Vivienda mediante un convenio firmado con el Ministerio de Desarrollo Social. En estos casos el acompañamiento del INAU puede extenderse hasta los 21 años.

Una familia amiga


Familia Amiga es uno de los programas del INAU para darle a niños y niñas un hogar temporal a la espera de la adopción. Foto: INAU.

Los niños y adolescentes que atiende el INAU en sus programas de cuidado de 24 horas, llegan a los 5400. Son aquellos que por alguna razón no pueden acceder a su cuidado parental. En primera instancia se busca que puedan vivir con su familia extendida (un hermano, abuelo, o alguien con quien tenga un vínculo). Si no es posible en segunda instancia, se intenta que pueda ir a una familia amiga o de acogida temporal (que se postulan y son seleccionadas por el organismo para cuidar a chicos y chicas con los que no mantienen vínculo previo) y en última instancia van a un hogar de la institución en régimen de internado.

Las familias de acogida temporal, hasta que se solucione su situación familiar de origen, es a lo que apuesta el INAU para garantizar el mayor cumplimiento de los derechos de los menores a vivir en familia. Sin embargo, son muy pocas en comparación a la cantidad de chicos que atienden, por lo que los hogares siguen siendo necesarios.

“Ahí lo que hacen es, dentro de lo posible, vivir la vida como lo hacen la mayoría de los gurises: van a la escuela, al teatro, al cine, a campamentos”, contó a Sudestada Beatriz Scarone, directora del Programa de Familias y Cuidados Parentales del INAU.

El programa de Familia Amiga, es decir de acogida temporal, no en todos los casos ha sido exitoso. Algunas veces las familias temporales pretenden adoptar al niño que cuidan y “salvo casos especiales donde el niño es difícil que encuentre respuesta en el RUA, una familia temporal no puede adoptar al niño que cuida transitoriamente”, explicó Dutour.

Casos como estos han derivado incluso en denuncias al organismo por irregularidades en el desapego, cuando el niño es sacado de esa familia temporal para ser adoptado por una familia del RUA.

“Cuando tú tenés una criatura que cuidar lo que le tenés que explicar es: ‘yo te quiero mucho y te cuido hasta que venga una mamá a buscarte’. El niño lo entiende y ocupa el espacio que tiene de amor y no se le mezcla y no le dice mamá a la que lo cuida. La familia cuidadora debe cumplir con ese rol: el rol de cuidar, de proteger, de dar amor”, dijo Aurora Reolón vocera de la Asociación de Padres Adoptantes del Uruguay (APAU).

“El niño siempre va a generar un vínculo, pero tú en aras de que no lo construya no lo podes dejar insertado en una institución”, expresó la vocera.

“A veces los tiempos son demasiados y el que termina pagando es el niño. El vivir en un hogar o en una familia temporal es una afectación grave del derecho a vivir en familia. El daño que le causamos es gravísimo. Me parece que habría que agotar esfuerzos por revisar todo el procedimiento”, opinó Eduardo Cavalli, ministro del Tribunal de Apelaciones de Familia.

Cavalli explicó a Sudestada que desde que se denuncia que un niño está siendo vulnerado en sus derechos, se recaudan pruebas y se decide si puede vivir con alguien de su familia o tiene condición de adoptabilidad, puede pasar un mes o un año, dependiendo de las circunstancias.

“Si idealmente podemos compactar toda la actividad de esa gente, eliminando los tiempos muertos, vas a dar cuenta que capaz que son 10 horas de trabajo. Tenemos que encontrar la manera que toda esa actividad no esté desparramada en tantos meses”
, aseguró el letrado.

“Viniste para quedarte para siempre”


Hay casos en los que las familias temporales buscan adoptar al niño que cuidan a pesar de estar impedidos. Foto: INAU.

El caso de Martín (nombre ficticio a pedido de la madre), fue uno de esos casos en los que la familia temporal quiso adoptar al niño que tenían bajo su cuidado. Es por esto que el INAU, buscó acelerar el proceso de su adopción. Esa misma noche, Cecilia González y su esposo integraron a Martín, dando el paso previo a la adopción mediante un juez.

“A las tres de la tarde nos llamó la directora del INAU porque tenían un caso especial y que teníamos que ir ya. Y salimos corriendo”, recordó González.

Ella no podía quedar embarazada porque es trasplantada del corazón, por lo que adoptar siempre fue una opción. A sus 40 años, una vez que se recuperó de su operación, comenzaron el proceso que les llevó casi cuatro años hasta poder integrar a su hijo.

En julio les avisaron que eran los próximos en la lista y les indicaron que fueran haciendo los aprontes necesarios para recibir a su hijo. Finalmente, en diciembre, sonó el teléfono. Ya en la oficina del organismo la directora “nos empezó a leer el expediente de un niño, sin decirnos su nombre, ni mostrarnos foto ni nada. Luego que te leen toda la historia vos tenés que decidir. Obvio que dijimos que sí enseguida. Nos mostraron ahí la foto del muñeco: yo no podía creer lo lindo que era: ¿eso me tocó a mí? ¡Qué regalo de la vida!”, narró González.

Con un juguete comprado de camino, esa misma tarde fueron a buscar junto a la trabajadora social a Martín y después de un paseo lo llevaron a su casa. Martín había estado un año con la familia de acogida y con sus nuevos padres “nunca se sintió mal pero de noche lo veías inquieto, o lloraba a la hora de comer. De un día para el otro dejó la casa, fue muy feo”, expresó González.

A medida que Martín fue creciendo los padres usaron su peluche favorito para contarle su historia: “Así como el Mono Monkey llegó a casa desde otro lugar y se va a quedar para siempre con nosotros, vos también. Vos no saliste de la panza de mamá, saliste de la panza de Susana (nombre ficticio), pero ella no te pudo cuidar y fuiste a lo de María (nombre ficticio) por un tiempo, hasta que viniste a casita nuestra para quedarte para siempre”.

Esta es la historia que Martín repite y, a medida que crezca, irá conociendo más a fondo. Cecilia y su esposo saben que Martín tiene hermanos biológicos en otras partes del país, pero “ni el INAU sabe dónde”, es por esto que quieren buscarlos y algún día reunirlos.

El proceso de adopción


Sólo 30 de los 360 niños que esperan un hogar tienen menos de dos años. Foto: Virginia Bellizzi.

“Cuesta un poco deconstruir las ideas que se tienen sobre la adopción y lo que se tiene que tener para poder adoptar”, señaló Dutour. Lo que se necesita es tener capacidad de cuidar a un niño que tiene otro origen.

“Este es uno de los punto quizás más importantes: que los adultos que están postulando para la adopción deconstruyan la idea de un hijo ideal”, aseguró la funcionaria del INAU. Cualquier persona mayor de 25 años y, que lleve al menos 15 años de diferencia de edad con el menor, puede adoptar, si pasa la valoración pertinente.

El tiempo promedio actual para poder conformar el RUA es de dos años y siete meses. De los cuales, dos años y cuatro meses son de espera y tres son de valoración.

El primer paso para adoptar es agendarse de forma online a una entrevista inicial. Una vez que se tiene la entrevista, el segundo paso es inscribirse para ser valorado. La entrevista tiene validez de un año para realizar la inscripción, de modo que los padres puedan tener suficiente tiempo para decidir si quieren empezar el proceso o no.

Dos años y cuatro meses es lo que demora el INAU una vez hecha la inscripción para comenzar la valoración. Hasta entonces, los padres son convocados a cinco talleres grupales para conocer más sobre la paternidad por adopción.

Una vez que comienza la valoración, los padres pasan tres meses entre visitas y encuentros con trabajadores sociales y psicólogos. “Te hacen preguntas incómodas y te hacen dudar si realmente es lo que querés, si estás dispuesto a ser padre. Pero es mejor hacerlo antes, porque después se dan los rechazos cuando los padres se dan cuenta que no pueden seguir y quieren devolver al niño”, expresó González.

Finalmente, luego de esa valoración, se forma parte del RUA hasta que el departamento encuentre un niño al que esa familia le pueda dar respuesta. “No estamos buscando una niño para una familia, es al revés: estamos buscando una familia para el niño”, aseguró Dutour.

Cambios legales


El Código de la Niñez y la Adolescencia garantiza el derecho del hijo adoptado a conocer a su familia biológica. Foto: INAU.

Reolón destacó que gracias a la ley que se implementó en el 2009 ahora hay posibilidades más grandes de adoptar a un bebé. Hasta entonces una madre que no deseaba o no podía cuidar a su hijo recién nacido, podía hacer un acuerdo con otra persona que sí lo quisiera y, mediante un juez, hacer la adopción sin pasar por el INAU y sin que esta familia adoptante haya pasado las valoraciones pertinentes.

La última modificación de ley para el Código de la Niñez y Adolescencia fue la 19.092 en el año 2013,. En ella, entre otras cosas, se busca agilizar los procesos y garantizar el derecho a tener vínculo con la familia de origen.

Actualmente la diputada del Frente Amplio Cristina Lustemberg, está trabajando con el INAU para poder presentar a mitad de año una nueva propuesta para “que el proceso sea mucho más garantista y que no haya ningún obstáculo institucional vinculado a dificultades de recursos humanos o de trabajo entre los tres poderes que podemos estar vinculados de alguna manera a este proceso”.

El Departamento de Adopción cuenta con cuatro trabajadores sociales y seis psicólogos para hacer 140 valoraciones anuales. Una de las dificultades que enfrenta el departamento es el escaso presupuesto. “Nos encantaría acceder a la cantidad y al tipo de recursos humanos que necesitamos para poder gestionar las valoraciones de una forma más ágil. Sucede también que, si aumentás las valoraciones, aumentás las integraciones. Por lo tanto, necesitas también más recursos humanos que le hagan un seguimiento periódico por un año a ese vínculo nuevo”, indicó la directora del departamento.

Otra problemática que señaló Dutour es la centralización de las valoraciones en Montevideo. Los postulantes para adopción que son del interior deben trasladarse hasta Montevideo para los diferentes encuentros, lo que puede llegar a hacer que un padre desista de adoptar. La única instancia que se realiza en su departamento es la visita de un trabajador social local a su vivienda.

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