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14/11/2018

Por qué es importante el “periodismo de periodistas”

La caída de la confianza y la necesidad de autorregulación y autocontrol sin corporativismo. 
Darío Klein / Sudestada / @KleinDario

La mitad de los uruguayos no confía en lo que le informan los medios de comunicación, según la última encuesta de Latinobarómetro. Casi el 70% de los uruguayos cree que los medios de comunicación están “influenciados por poderosos”, según esa misma encuesta de 2016. Hoy la gente confía más en los bancos, en la Policía y en las Fuerzas Armadas que en los medios, y esa confianza viene cayendo.

Eso es una tragedia para el país.

Los medios de información son una institución clave de la democracia. Que quede claro: no hay democracia sin prensa libre. La del periodista es la única profesión protegida constitucionalmente, y eso no es casualidad. Nosotros, los periodistas, y a través nuestro los medios de información, somos quienes garantizamos que el debate público democrático se pueda llevar a cabo. Eso no es nada menor, pero no es lo más importante.

Sobre todo y fundamentalmente, el periodismo es el “perro guardián de las instituciones”. Es el contrapoder por excelencia, cuya función esencial es vigilar a todas las instituciones, incluyéndose a sí mismo.

Así es: es necesario que los medios no escapen al escrutinio de los medios. Que los periodistas no escapen al escrutinio del periodismo.

Eso es lo que algunos llaman “periodismo de periodistas”. Si queremos recuperar la confianza de la población en los medios, el periodismo de periodistas es más necesario que nunca.

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Hay amplia reflexión académica y periodística al respecto. En un artículo titulado “la mordedora del perro guardián”, el profesor Ted Smith sostenía ya en los años 90 que la prensa debía someterse “al pleno rigor autocrítico del periodismo de investigación”.

La democracia republicana es, en resumidas cuentas, un mecanismo de reducción y control del poder. En ese marco, el periodismo y los medios de información, son uno de los contrapesos esenciales de la República. En ese sistema que hemos elegido los uruguayos para gobernarnos, existen tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), organismos de contralor, organizaciones de vigilancia de la sociedad civil, y una institución que debe investigar y vigilar a todas: la prensa.

Pero toda institución -hasta la prensa- si se la deja hacer sin control alguno, puede terminar por pervertir su tarea, por abusar de ella, por tiranizar o por corromperse. El hecho de que nuestra tarea como periodistas sea esencial, no nos garantiza licencia de inmunidad.

Ese control no puede venir de afuera, porque pervertiría toda la esencia de una prensa libre. Debe, entonces, necesariamente venir desde dentro. En otras palabras: es importante que la mirada con lupa del periodismo también incluya a los propios periodistas. Periodismo de periodistas, sí.

Periodismo de periodistas, sin corporativismos. Porque, como dice José Luis Dader, el corporativismo es uno de los "pecados capitales del periodista en su construcción de lo público".

Si no queremos ser fiscalizados y restringidos desde fuera, tenemos que adoptar mecanismos de autocontrol y saneamiento: cuando un medio no hace lo que se supone que tiene que hacer, es decir brindar información relevante para el público, entonces eso hay que denunciarlo. Cuando un medio responde a sus avisadores y no a la ciudadanía, eso hay que denunciarlo.

Los avisadores compran publicidad y así ayudan a muchos medios a subsistir. No lo hacen por beneficencia: si pautan en un informativo, por ejemplo, lo que compran es la credibilidad de ese noticiero como institución que busca e informa la mejor versión posible de la verdad.

Financian de esa manera al medio, es verdad. Pero si usan ese poder para coartar la libertad de la gente a estar informada, entonces están pervirtiendo la esencia democrática de los medios, y eso debe ser controlado, investigado y denunciado.

Autocontrol y autorregulación no deben confundirse con autocensura. Todo lo contrario. El autocontrol de la prensa lo que combate, precisamente, es la autocensura. Una práctica lamentablemente común en Uruguay, por presiones públicas o privadas o, en la mayoría de los casos, por miedo a perder el trabajo.

Si lo investigamos y lo controlamos, no solo protegeremos la confianza en los medios, evitaremos la autocensura, sino que impediremos la sensación de impunidad de muchas empresas, que hoy creen que es algo normal levantar el teléfono para presionar a un medio.

Así como no alcanza que los políticos y gobernantes sean éticos y honestos, sino que deben también parecerlo, lo mismo aplica al periodismo: no alcanza con ser libres, éticos e independientes: hay que parecerlo para ser creíbles.

Porque la esencia liberal e independiente de los medios es una de las bases del sistema. Y porque, si la gente deja de creer en nosotros, eso sería una verdadera tragedia para todo el país.
Aliados de Sudestada