Tiempo estimado de lectura:
06/02/2022

De violación grupal a violación masiva, por si una violación era poco

 Opinión: Soledad González *
La exposición de videos íntimos sin consentimiento, conocido como porno venganza genera en las víctimas el mismo daño que genera la violencia sexual física.

Si a este hecho le sumamos que ese material fue grabado durante una violación grupal el nivel de agresión contra la víctima es exponencialmente mayor.

En un estudio realizado por Samantha Bates en 2016 con mujeres sobrevivientes de porno venganza encontró que ellas sufrían: trastorno de estrés postraumático, depresión, ansiedad, ideas de autoeliminación, entre otras, encontrando grandes similitudes en la salud mental de sobrevivientes de violación y de porno venganza.

Desde el punto de vista de la víctima de la violación del Cordón, el hecho que un programa de radio difundiera material no solo sin consentimiento, sino producto de una violación supone una nueva violación cada vez que alguien haga click en el audio o video.

Una violación que será prácticamente imposible de detener porque el material que se sube a Internet es imposible hacerlo desaparecer totalmente, quedará por siempre allí donde alguien quiera encontrarlo y usarlo para una nueva revictimización.

Estos son los gravísimos hechos por los que está investigando la Fiscalía la distribución de ese material por parte de un programa de radio. Esta estrategia de la defensa de los imputados ha sido exitosa en ocasiones anteriores donde se ha triturado públicamente a las víctimas, publicando fotos para que sea identificada fácilmente por cualquier persona, publicado su domicilio, su trabajo, etc. Muchos portales han desactivado los comentarios de estas noticias para evitarlo.



Este acto que tiene por objetivo destruirla tanto que prefiera que no haya Justicia para no tener que seguir estando expuesta y seguir siendo violentada, no sólo es contra ella y por un objetivo concreto sino que es un mensaje para todas, para que ni se nos ocurra denunciar violaciones, mucho menos si son grupales porque siempre cuatro pueden más que una.

Pero les tenemos malas noticias a los agresores sexuales y a sus cómplices porque en estos últimos años el tabú de la violencia sexual se empieza a romper, las mujeres a denunciar y la justicia a responder.

A pesar de lo mucho que falta para que la justicia sea realmente accesible y reparadora para las víctimas de violencia sexual los avances en los últimos años son enormes en varios niveles.

Hoy tenemos operadores de Justicia que actúan con perspectiva de género, tenemos medios de comunicación y periodistas que evitan revictimizar, que se han informado sobre las particularidades de la violencia sexual, que entrevistan sin acusar y sin poner en duda todo lo que se dice y también tenemos una opinión pública mucho más empática y consciente de la gravedad del delito que se denuncia, poniendo mucho menos en duda la palabra de la víctima. Colectivos que nada tienen que ver con la violencia de género han expresado solidaridad con la víctima, exigiendo se haga Justicia.

En estos días estuve recordando el verano cuando transcurrió el caso de Santa Teresa y la soledad de quienes denunciábamos la violencia sexual y la viralización del video. Recuerdo particularmente al periodista Marcelo Jelen que sin conocernos nos pusimos en contacto para compartir estrategias de defensa pública de la joven, él contactando a Montevideo Portal para que eliminaran los comentarios públicos, donde estaban publicando toda la información de la joven y yo evitando se imprimieran unas remeras que emulaban la violación con la inscripción “Bienvenidos a Santa Teresa”.

Pero lo más importante de todo es que ya no cuentan ni contarán mas con nuestro silencio, y este hecho es el que hace irreversible el fin de la impunidad de la violencia sexual, por más mensajes intimidantes que nos envíen.

* Politóloga, feminista.
Aliados de Sudestada