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12/09/2014

Desde las ruinas: Palestina tras el cese al fuego

Cinco millones de refugiados sobreviven dentro y fuera de fronteras mientras avanza la reconstrucción de Gaza, que llevará años. ¿El fin de los ataques acaba con el conflicto?
Lourdes Vitabar / Sudestada / @louvitabar

Tras el acuerdo de cese al fuego entre Israel y Hamás que ya tiene más de dos semanas, hoy puede apreciarse un inhabitual movimiento de camiones con ayuda humanitaria en las calles gazatíes. El acuerdo, muy similar al de la tregua que rigió desde 2012, establece la disminución de los controles en las fronteras de Gaza con Israel y Egipto para permitir el ingreso de alimentos, bienes de consumo y materiales que permitan reconstruir la ciudad devastada tras 50 días de ataques. Además se incrementa la zona de pesca en la costa de Gaza de tres a seis millas (décadas atrás era de 20 millas).

Recién a fines de setiembre los negociadores palestinos e israelíes comenzarán a discutir los temas que provocan más desacuerdos entre las partes: la reconstrucción del puerto y el aeropuerto de Gaza, la liberación de unos cien presos palestinos que fueron excarcelados en 2011 en canje por la liberación de un soldado israelí y vueltos a detener a mediados de este año, y la exigencia de Israel de desmilitarizar a las milicias palestinas, así como el pedido de la entrega de los cuerpos de dos soldados caídos en territorio gazatí.

Esa nueva instancia de diálogo también será mediada por Egipto, el país con mayor peso por población, cultura y tradición de la liga árabe. Y es factible, si se cuenta con el apoyo de Estados Unidos para esto, que el futuro proceso de desarme de Hamás involucre la participación directa de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Pero la posibilidad de que estos temas de fondo lleguen a discutirse depende de que se respete esta primera etapa de cese al fuego, lo que es anhelado por los civiles de ambos lados que en la mayoría de los casos no disimulan su hartazgo con una situación que lleva ya casi cuatro décadas.

Diversos analistas internacionales sostienen que los bombardeos y ataques solo han sido útiles para los grupos radicales de cada lado: Hamás en el lado palestino, que estaba perdiendo apoyo de la población (apenas alcanzaba el 25% previo a la operación Margen Protector), y, los “Halcones” como se denomina al grupo de ultraderecha del gobierno israelí.

Israel mantiene alerta


Son tantos los antecedentes de treguas rotas que ninguna de las partes confía plenamente en que la otra cumpla el acuerdo en esta ocasión. El capitán Roni Kaplan, portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel para la prensa hispanoparlante, señaló a Sudestada que Hamás “violó 11 veces el cese al fuego” durante la operación Margen Protector, lo que hace que se mantenga la atención acerca de cómo se desarrollan los acontecimientos. “No nos sorprendería que Hamas vuelva a repetir este comportamiento. Mientras tenemos la esperanza de que sea este un cese de fuego definitivo para el bien de nuestra población, en las fuerzas de Defensa de Israel mantenemos la alerta al más alto nivel”, subrayó.

Si bien el control por los pasos fronterizos con Gaza se flexibilizó y está a cargo de civiles, el capitán Kaplan afirmó que “sería ilógico” esperar que todos los vehículos que comenzaron a ingresar a la franja lo hagan “sin limitación alguna”, de lo que se desprende que previo a ingresar a territorio gazatí la carga es revisada.

Desde junio de 2007 Hamás asumió el gobierno de Gaza al ser electo en las urnas. Esto provocó la intensificación del bloqueo y la actual precaución de Israel hacia el contenido de los convoyes que tienen por destino ese territorio. La preocupación del gobierno israelí, explicó Kaplan, se fundamenta en que en la carta constitutiva de esta organización “se llama a destruir al Estado de Israel”, pero también en que la misma “no reconoce a Israel ni los acuerdos ya firmados con la Autoridad Palestina”.

Según el militar, Hamás “no está dispuesta a renunciar a la violencia. En los últimos años ha desarrollado una formidable maquinaria terrorista en Gaza y durante 50 días lanzó 4,591 cohetes y proyectiles de mortero con el fin de asesinar indiscriminadamente a civiles israelíes. Gaza bajo gobierno de Hamas, es aún territorio hostil”. Por esto sostuvo que no es posible esperar que Israel trate “a la Gaza de Hamas como si las fronteras entre ambas fueran señal de amistad, y no de peligro”.

Para ejemplificar los temores Kaplan recordó que durante años se facilitó el pasaje de cemento hacia la franja por el paso de Kerem Shalom (uno de los reabiertos tras el cese al fuego) con el fin de que fuera utilizado para la construcción de infraestructura civil, pero que gran parte de este material “fue utilizado por Hamas para elaborar una vasta red de túneles por debajo de Gaza, muchos de los cuales tenían por cometido ser instrumento de una mega atentado terrorista en Israel”. Durante la operación Margen Protector “fueron desmantelados 32 túneles”, denominados por las fuerzas israelíes como “ofensivos”. El ejército dice que desconoce a ciencia cierta cuántas de estas estructuras pueden seguir operativas, y que por eso permanece vigilando la frontera y “preparado para responder a cualquier ataque en contra de nuestra población civil por parte de Hamas u grupos terroristas en Gaza”, reafirmó Kaplan.

La visión palestina



Aunque apenas se anunció el cese al fuego las agencias internacionales de noticias y las redes sociales se colmaron de imágenes de palestinos festejando en las calles, no todos lo hicieron. Hubo quienes permanecieron a resguardo por miedo a que la tregua no fuera real y con plazo ilimitado como se decía. Sin embargo, a 48 horas de iniciada la tregua muchos desplazados comenzaban a retornar a sus lugares de origen para descubrir lo que había quedado.

Mohamed Odeh, representante Al Fatah y de la Organización para la Liberación de Palestina, dijo a Sudestada que durante las primeras jornadas de cese de los ataques “no hubo violaciones significantes” al acuerdo. Por ello, aún con la destrucción de Gaza ante sus ojos, considera que “se abre una ventana para la búsqueda de una solución global del conflicto a través de Naciones Unidas”. Como presidente del Comité para América Latina de la OLP, Odeh ha dicho que la solución real al conflicto implica que la comunidad internacional solicite a Israel que desocupe los territorios palestinos, esto es Gaza y Cisjordania; pero también que el desarme de Hamás tenga por contrapartida el desarme de las fuerzas israelíes.

Odeh admite que si bien son ostensibles los daños en la franja como consecuencia de los ataques, también Israel padeció las consecuencias del enfrentamiento. “En el lado israelí los daños son de otra índole porque la destrucción de infraestructura no existe debido a la poca efectividad de los proyectiles palestinos. Pero hay efectos no visibles, por ejemplo las pérdidas económicas debido a la paralización de la mitad de Israel por los proyectiles lanzados desde Gaza. Además están los efectos de la solidaridad internacional con Palestina en contra de la agresión y el no lograr los objetivos marcados por el ejército israelí, lo que conllevó a serios problemas internos ya que algunos integrantes del gobierno exigirán respuestas, lo que puede terminar costando la vida política de algunos líderes israelíes encabezados por el primer ministro” Benjamín Netanyahu, explicó Odeh antes de señalar que es la primera vez que el ejército israelí se muestra incapaz de lograr sus objetivos en Gaza.

Pérdidas en ambos lados de la frontera


Crisis humanitaria grave


Los daños en la infraestructura de Gaza están causando una crisis humanitaria grave según la evaluación realizada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Se estima que la reconstrucción al estado previo a los ataques podría demorar años. Según el gobierno palestino el costo total de ese proceso podría superar los 5 mil millones de dólares. Para hacerse a la idea, la extensión de la franja de Gaza (385 kilómetros cuadrados) es aproximadamente las tres cuartas partes de la superficie de Montevideo, pero alberga a una cantidad similar de población.

La prioridad para las organizaciones humanitarias es recuperar el acceso al agua y energía, lo que podría lograrse en pocos meses si no se producen nuevos enfrentamientos. De lograrse, permitiría a los campesinos retomar la producción agrícola, algo fundamental para terminar con la crisis alimentaria pero también para contribuir a la sanación psicológica de las personas, aunque se advierte que esto último llevará aún más tiempo.

“La situación humanitaria es muy grave, los daños son cuantiosos, el proceso de recuperación será lento. Muchos recursos serán necesarios para apoyar a los habitantes de Gaza. Afortunadamente hay una puerta abierta a una situación de estabilidad a largo plazo que permita esto y también que la labor humanitaria pueda ver un impacto”, dijo a Sudestada Erika Tovar, encargada de comunicaciones del CICR en Jerusalén. Los integrantes de las organizaciones de ayuda humanitaria no solo están preocupados por los riesgos que implican cables eléctricos cortados, escombros y edificios que podrían colapsar sino también por los explosivos sin detonar que quedaron esparcidos en zonas pobladas donde además actualmente se moviliza un gran número de desplazados que comenzaron a retornar a sus lugares de origen para comprobar qué quedó de sus bienes.

Por esto, la Media Luna Roja y otras organizaciones que actúan en este complejo escenario están brindando talleres de prevención y asesoran a las instituciones locales en cómo actuar ante la detección de un dispositivo sin detonar.

En otro orden, Tovar aseguró que Gaza cuenta con un buen sistema de hospitales, pero que se vio desbordado durante la primera etapa de los enfrentamientos lo que hizo escasear implementos quirúrgicos, material desechable, camas hospitalarias y unidades de sangre. Lo que entre otras cosas provocó la necesidad de evacuar heridos hacia hospitales en Jerusalén y Cisjordania.

Son cientos los heridos que sufrieron amputaciones, por lo que la organización humanitaria ha debido asesorar a las instituciones locales en temas de ortopedia, además de hacer donación de más de 1200 muletas, 135 sillas de ruedas y material complementario. Para aliviar las necesidades de energía de los hospitales y poner en funcionamiento algunas bombas de agua, el CICR ha entregado plantas eléctricas y combustible, además de haber apoyado la reparación de líneas de energía suficientes para producir el 40 por ciento del suministro previo al conflicto. Además se suministra agua potable a los colegios que sirven de refugio, así como a otras 36 mil personas desplazadas en varios sitios y a 300 detenidos.

A esto se agrega que –según información divulgada por la Autoridad Palestina– durante los 50 días de ataques el gobierno israelí continúo derrumbando casas y confiscando terrenos en Cisjordania, “dando cabida a seis mil nuevos colonos” sostiene el reporte. Según el documento, los proyectos más significativos de asentamiento están situados en zonas estratégicas alrededor de Jerusalén oriental (Gilo y Har Homa desde Belén, Ramot y Zeev Giv'at de Ramallah), y en la zona norte, particularmente en Burin – Nablus (asentamiento de Bracha), las tierras del asentamiento Yakir en la zona de Naplusa, establecimiento de Halamish (al norte de Ramallah) y establecimiento de Salit en Tulkarem.

Cinco millones de refugiados


Una de las consecuencias más dramáticas y permanentes del conflicto es la cantidad de personas que han solicitado refugio en países cercanos desde el inicio de las hostilidades en 1967. Más de 5 millones de refugiados palestinos, han sido registrados en la franja de Gaza, Cisjordania, Siria, Líbano y Jordania por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA). Casi un tercio de estos, más de 1.4 millones, viven en 58 campamentos que la agencia tiene distribuidos en las cinco áreas donde opera. Se calcula que el 6 por ciento de los palestinos refugiados se encuentra en condiciones extremas de pobreza y no alcanza a cubrir por sus medios las necesidades mínimas básicas. Pero además, donde han sido acogidos deben afrontar situaciones distintas derivadas de la realidad de cada lugar.

La situación más favorable la tienen quienes recibieron refugio en Jordania: cuentan con iguales beneficios sociales y laborales que los ciudadanos jordanos, incluso pueden obtener un pasaporte temporal que les permita viajar, pero no pueden votar ni trabajar para el gobierno. Pero este país ha limitado el ingreso de refugiados palestinos: no acepta desde enero de 2013 a los que pretenden ingresar desde Siria.

En caso de Gaza, previo a la operación Margen Protector y debido al bloqueo establecido por Israel desde 2007, el 80 por ciento de la población dependía de la ayuda humanitaria para sobrevivir. Si bien los refugiados palestinos que residen en Siria tenían casi los mismos derechos que los ciudadanos sirios ya antes del inicio de la guerra civil en este país (2011) su situación era considerada muy vulnerable. Por ejemplo, la comunidad tenía las tasas más altas de mortalidad infantil y las menores de matriculación en la escuela, y su futuro a largo plazo era incierto.

Raúl Rosende, jefe de la Oficina de Asuntos Humanitarios de ONU en Siria, informó a Sudestada que los refugiados palestinos en territorio sirio están siendo cada vez más víctimas del conflicto interno de ese país, puesto que en los nueve campamentos que habitan reina la violencia y muchos han tenido que desplazarse, lo que ha complicado aún más sus posibilidades de satisfacer sus necesidades básicas. Se estima que 270 mil palestinos están en esta condición actualmente. “Si los sirios están viviendo situaciones de pobreza extrema y graves riesgos para su seguridad, los palestinos en Siria están en una condición aún peor; varios escalones más abajo”, puntualizó Rosende.

La mayoría de los refugiados palestinos que huyeron a Siria en 1948 eran de la parte septentrional de Palestina, principalmente de Safad y las ciudades de Haifa y Jaffa. Más de 100 mil personas, incluyendo a los refugiados de Palestina, huyeron de las alturas del Golán a otras partes de Siria cuando la zona fue ocupada por Israel. Más tarde, en 1982, unos miles huyeron por la guerra de Líbano también hacia Siria. Desde el año pasado muchos han intentado abandonar el territorio sirio por temor a ser víctimas de la guerra civil, lo que ha aumentado en los últimos meses por el accionar del Estado Islámico.

Pero esta nueva huída buscando la posibilidad de sobrevivir a conflictos que parecen no tener solución en el corto plazo se ha visto complicada por decisiones de los gobiernos de los países vecinos. Por ejemplo, a principios de mayo de 2014, el gobierno libanés introdujo restricciones adicionales sobre la entrada y la condición jurídica de los refugiados palestinos que salen desde Siria al Líbano.Esto provocó que a muchos se les negara el ingreso a ese país y quedarán en la zona fronteriza sin protección y con problemas adicionales como la incapacidad de registrar a los niños nacidos en este período dando lugar así a una nueva generación de “apátridas” a quienes les será muy complicado exigir, sea a un país o al otro, acceso a servicios sociales y educación.

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