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07/11/2014

Ya no es tan amarga la tierra

Más allá de la polémica sobre la conveniencia de la ley de ocho horas para el medio rural, ¿cómo impactaron las reformas laborales en los trabajadores del campo?
Álvaro Levín / @alvarolevin / Sudestada

La situación de los trabajadores rurales y la pretendida inconveniencia de la ley de ocho horas para las labores del campo entraron en el debate electoral después que el candidato opositor Luis Lacalle Pou planteó su intención de revisar la legislación. Sin embargo, rápidamente el asunto quedó en la anécdota, y no se profundizó en las consecuencias que tuvo sobre la peonada la serie de medidas adoptadas en los últimos años a fin de avanzar en la dignificación de las labores agrarias.

El resultado de las elecciones y el triunfo del partido de gobierno en la suma total de votos del interior -y especialmente en algunos departamentos donde la izquierda nunca había logrado la victoria- replanteó la discusión y puso el foco sobre la incidencia de las políticas orientadas a la población rural. Y aquel inesperado cuestionamiento a la ley de ocho horas en el medio rural tomó otro significado.

La explicación de Lacalle Pou para defender su voto contrario a la ley de ocho horas en el campo fue el detonante de la polémica:



El pronunciamiento puso en alerta de forma inmediata a la Unión Nacional de Asalariados, Trabajadores Rurales y Afines (UNATRA), que salió al cruce del postulante opositor:



El contraataque no se hizo esperar y entonces el comando electoral nacionalista realizó algunas puntualizaciones que dejaron mal parado a su candidato, que había olvidado que su colectividad sí había votado la ley:



El descanso de la vaca



La ley 18.441, sancionada en diciembre del 2008, permitió universalizar el horario de jornada laboral, estimada en ocho horas diarias y 48 horas a la semana. También reglamentó los descansos intermedios, diarios y semanales. Esta formalización en las relaciones laborales generó que los trabajadores de la Agricultura y Ganadería se equipararan en términos de derechos y condiciones laborales con otras áreas de la labor en el campo.

El abogado y docente Antonio Rammauro, asesor de la UNATRA, explicó a Sudestada que antes de la aprobación de la ley ya había algunos sectores de la actividad rural que tenían sus ocho horas. “Las granjas, quintas y viñedos. Los paperos y los de la caña de azúcar por ley no la tenían pero la lograban a fuerza del sindicato y en los consejos de salario”, detalló.

Justamente la negociación colectiva desde el año 2005 es otro de los progresos para este sector. La necesidad de organización llevó la creación de la UNATRA y por primera vez en la historia los rurales pudieron negociar en una mesa tripartita (trabajadores, empleadores y Ministerio de Trabajo) las remuneraciones de todos los asalariados del campo. En esas reuniones quedaron claros cuáles eran los intereses de trabajadores y patrones, y Rammauro recuerda algunas argumentaciones que son dejan muy claros los puntos de vista: “lo que pasa es que ustedes están pensando en el descanso del trabajador y nosotros tenemos que pensar en el descanso de la vaca y el resto de los animales”.

Actualmente el salario de un trabajador varía según la categoría y rama pero ronda entre los 10 mil y 12 mil pesos. A su vez, el empleador debe pagar 100 pesos por día en caso de que la vivienda y la alimentación no sean brindadas en el lugar de trabajo.

La ley de libertad sindical también significó un avance para los asalariados rurales. Ahora los empresarios “lo piensan dos veces antes de echarte o suspenderte por motivos sindicales… Hubo un caso de una empresa que tenía 120 empleados. Se armó un sindicato con 14 trabajadores y echaron a uno de ellos. Fuimos a juicio, que en estos casos son bastante cortos, lo ganamos y tuvieron que reintegrar al trabajador. A la semana siguiente eran 80 los que conformaban el sindicato”, contó Rammauro.

Como parte de este proceso a fines de 2012 se aprobó la ley 19.000 que designó al 30 de abril como el “Día del Trabajador Rural”. Se eligió ese día porque fue en esa misma fecha de 1985 cuando finalizó el primer congreso de los trabajadores rurales después de la dictadura con el reclamo de que existiera una día específico para ellos. “Los trabajadores de la naranja de Paysandú hicieron un campamento en el año 2012 por el conflicto con la empresa Forbel. Nos reunimos varias veces y de allí surge la idea”, recordó el diputado frenteamplista Oscar Groba, uno de los impulsores de la ley.

A pesar de estas conquistas, una de las principales dificultades de los asalariados rurales para defenderlas es lograr la organización. Desde la UNATRA estiman que existen cerca de 114 mil trabajadores en el campo pero las distancias geográficas y la dispersión de los puestos de trabajo son elementos que juegan en contra a la hora de las convocatorias. En ese contexto, haber podido alcanzar los 120 afiliados al Sindicato Único de Peones de Estancia fue considerado como un logro por los dirigentes ya que representan a más de 100 establecimientos de todo el país.

La relación de cercanía y casi familiaridad entre peones y patrones es otro aspecto que confunde los roles en la relación laboral y dificulta la sindicalización. “Es un trabajo muy complicado. Cobraste el viernes y te vas para el boliche del pueblo y ahí te encuentras con el capataz, con el patrón, por lo que termina siendo una relación casi familiar… Además, por este relacionamiento el empleador te da un salario, te ofrece donde vivir y después es capaz de venderte los comestibles”, explicó Groba.

El cerrojo abierto



“Hay determinados lugares donde la ley no llegó porque no hemos podido organizarnos”
, aseguró Segundo Rodríguez, trabajador rural de la papa, dirigente sindical y uno de los fundadores de la coordinadora de los asalariados rurales y de la UNATRA. Rodríguez insistió además en que a pesar de los progresos “el actual sueldo que se percibe sigue siendo muy escaso”.

Rodríguez fue uno de los oradores en un encuentro de actuales y ex dirigentes sindicales del medio rural, realizado el 13 de octubre en la sede del PIT-CNT. Que la tierra “sea para el que la trabaje. Y no queremos ser patrones como nos dijo una vez (el presidente José) Mujica sino que queremos vivir con nuestras familias y que nuestros hijos se hagan desde abajo… Cuando quedamos desocupados producto de los trabajos zafrales, ¿cómo logramos inculcarle el hábito del trabajo a nuestros niños?”, se preguntó.

Ángel Rocha, representante de los trabajadores en Junta Nacional de Empleo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) reclamó apoyo económico para el fortalecimiento de los sindicatos rurales y llamó a “cuidar” la conquista de las ocho horas de jornada laboral. También expresó su sorpresa ante la conformación del Sindicato Único de Peones de Estancia, encabezado por el dirigente César Rodríguez en Tacuarembó. “Nosotros, en nuestra época, considerábamos que había un cerrojo en las estancias para que se lograran organizar los peones y esto se rompió”, sostuvo Rocha.

A su turno, el ex dirigente del Sindicato Único de Trabajadores el Tambo y Afines (SUTTA), Walter Marrero, recordó la primera marcha encabezada por Orosmín Leguizamón en 1957, producto de la acumulación de fuerzas iniciada tres años antes en Isla Mala (Florida) y que en 1965 se tradujo en la conquista de las ocho horas para los trabajadores de la granja. Alertó ante la posibilidad de perder los derechos conquistados en caso de una victoria electoral de la oposición y recordó tiempos difíciles en la negociación con el gobierno. “En la segunda presidencia de Julio María Sanguinetti (1995 – 1999), veníamos al Ministerio de Trabajo y la entonces ministra Analía Piñeyrúa nos cerraba la puerta en la cara”, relató.

Machista y patriarcal



Si las tareas del campo son complejas para los hombres, las dificultades de la vida rural para las mujeres es mucho mayor. Y esa debilidad es utilizada en muchos casos por patrones que piden “ayuda” a mujeres y niños de los trabajadores “para que realicen colaboraciones en la limpieza de las viviendas sin ganar más dinero que el que ingresa por el salario del trabajador”.

Así lo contó María Julia Alcoba, militante de la Unión Obrera textil entre 1953 y 1972 y colaboradora de los sindicatos del arroz en la década del cincuenta. “Entrábamos de noche a las arroceras y allí me encontraba con las mujeres, que ya tenían bien clarito lo que querían: ley de ocho horas, salario dignos, las horas extras... Mientras los hombres marchaban a Montevideo, ellas se quedaban con los niños y solas frente a los patrones”, explicó.

En tanto Nélida “Chela” Fontora, ex dirigente de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA) en la década del 60´, destacó el rol de la mujer como dirigente sindical. “Me decían las calumnias más grandes… vivimos una cultura machista y patriarcal y ahí entonces nosotros partimos el gallinero… el trabajo de la mujer es menos pago y eso continúa existiendo”, denunció Fontora, quien estuvo presa durante 14 años por su actividad sindical y su militancia tupamara. Alejada de la militancia activa, dijo que actualmente una tarea central radica en transmitir información a cada uno de los trabajadores porque “todavía siguen jugando los patrones con el cuco de los comunistas y tupamaros”.

Marcelo Amaya: El problema de la vivienda

Marcelo Amaya es trabajador arrocero en la localidad de Río Branco (Cerro Largo), integrante del Sindicato Único de Trabajadores de Arroz y Afines (SUTAA) y de la UNATRA. En entrevista con Sudestada, Amaya valoró los progresos experimentados por los trabajadores en el medio rural en los últimos diez años pero evaluó que todavía es necesario avanzar en el cumplimiento de la ley en todos los establecimientos rurales del país.

-Respecto a las condiciones de trabajo para los trabajadores rurales, ¿en qué se ha mejorado y qué aspectos todavía están pendientes?
-En cuanto a las condiciones de trabajo se ha progresado bastante; se tiene derecho a indumentaria y calzado acorde a la tarea; las empresas están obligadas a otorgar elementos de protección contra los rayos ultravioletas además de tener que adquirir buenas costumbres tales como sentarse a dialogar con los trabajadores para mejorar las condiciones de seguridad e higiene.
Creemos que todavía queda pendiente el mejorar régimen de traslado ya que ocurre que muchas veces las empresas trasladan a sus obreros por más de 50 kilómetros por caminos mal trechos y en condiciones inadecuadas. También queda por mejorar el régimen de descanso intermedio. Esto en la actualidad posibilita al patrón cortar la jornada hasta 4 horas entre la mañana y la tarde, impidiendo al trabajador la posibilidad de formarse y estar en la vida social y familiar. Por último, creo que tendríamos que aumentar el compromiso de cada trabajador sindicalizado y así lograr mejorar el nivel de conciencia y la organización de los trabajadores rurales.

-Después de 6 años, ¿qué balance se puede hacer de la ley 18.441?
-El balance que hacemos de la ley es muy positivo porque dignifico la tarea y la vida del trabajador y su familia. Hoy sabe que dejó de ser un trabajador de segunda, que pasó a tener derecho a cobrar horas extras y tener su día de descanso. Por su parte creo firmemente que debemos de poner todos los esfuerzos para que la ley se cumpla en todo el territorio uruguayo; que se haga parte de nuestra cotidianidad y así efectivamente todos los trabajadores de nuestro país gocemos de los mismos derechos.

-¿Cómo evalúa la política de capacitación a los trabajadores rurales?
-Como trabajador entiendo que la capacitación brindada por la Universidad del Trabajo del Uruguay a los jóvenes es muy positiva. Respecto a la capacitación de aquellos trabajadores que lo están haciendo en el medio rural la información con la que cuento es muy escueta. Por otro lado, como dirigente de UNATRA creo que no se ha tenido en cuenta esta herramienta. Y no me refiero solo para capacitar sino también para concientizar y así hacer efectiva la difusión de los últimos logros por parte de los trabajadores.

-¿Cuáles son las principales necesidades de los trabajadores?
-Una de las mayores carencias es el acceso a la vivienda. La gran mayoría vive en el predio donde trabaja o paga un alquiler. A su vez, en el sector ganadero aun hoy el trabajador tiene que disponer de herramienta para poder trabajar, como por ejemplo del apero, las botas y bombacha. En definitiva vestirse él y al caballo. ¿Qué otro trabajador tiene que hacerlo? Esto debería corregirse en un futuro cercano.

-¿Cuáles son las actuales preocupaciones de los trabajadores rurales?
-La mayor preocupación es el monitoreo de las condiciones de salud de los trabajadores que están expuestos a sustancias químicas en su ambiente de trabajo. Hay una reglamentación muy insuficiente al respecto porque habilita solo a un centro capitalino de salud a dictaminar si la persona está o no contaminado por las sustancias toxicas. Por ejemplo, en el arroz, este es un problema muy grave y no solo afecta a los que desempeñan tareas inherentes a la producción sino también a las poblaciones que hacen uso del agua en esos territorios. Ésta recibe y conduce hacia los otros cursos de agua el mayor porcentaje de agro tóxicos usados para la producción del cereal.

-¿Qué opina respecto a la posibilidad planteada por Lacalle Pou de que se revea la jornada laboral de 8 horas?
-Si una gran parte de los trabajadores de ganadería y tambo viven en los predios donde trabajan, me pregunto ¿alguien puede convencernos de que ese trabajador no está a la orden de su empleador? Si cuando aún no se ha logrado acordar con la Asociación Rural del Uruguay el apero y aun en estos tiempos el trabajador tiene que poner toda la herramienta para cuidar de la producción ¿vamos a necesitar de una ley que habilite la servidumbre y la sobre explotación? Lo que propone es generar una brecha para no pagar horas extras ni días de descanso trabajados.
Aliados de Sudestada