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04/08/2014

El lado oscuro de la interna blanca

Dirigentes del lacallismo y de Alianza Nacional libran, tras bambalinas, una feroz batalla en busca de imponer sus ideas y perfiles.
Once días después de las elecciones internas el Partido Nacional (PN) emitió la primera señal real para armar la fórmula presidencial. El candidato Luis Lacalle Pou fue hasta la casa del senador Jorge Larrañaga a solicitarle, de manera formal, que aceptara la candidatura a la vicepresidencia. “Nací para luchar, no me puedo olvidar de la responsabilidad que tengo frente a mi sector y mi partidoˮ, dijo Larrañaga al finalizar la reunión que se desarrolló en su casa de Montevideo. De esa manera, rompió el silencio autoimpuesto durante casi dos semanas.

A pesar del “final feliz” que significó para los blancos el anuncio de la fórmula presidencial, los días previos estuvieron llenos de vaivenes que no trascendieron públicamente. Las consecuencias de las negociaciones que alumbraron la fórmula todavía generan recelos en la interna.

Diez días en ascuas

Pocos minutos después de conocida la inesperada derrota, Larrañaga hizo su discurso en su sede central rodeado por su comando electoral y varios dirigentes. Luego caminó hasta el Directorio del PN y antes de ingresar a la sala donde lo esperaba su rival, Lacalle Pou, el líder de Alianza Nacional se detuvo en la esquina junto con varios dirigentes y seguidores. Allí se quedó durante casi 20 minutos compartiendo su silencio, y algunos de los que lo acompañaban no pudieron contener la emoción.

Luego viene la historia conocida. El ingreso cansino con el fracaso dibujado en el rostro, el abrazo obligado y sin ganas con Lacalle Pou para las cámaras, seguida de una rápida salida del Directorio blanco con el cual Larrañaga mantiene fuertes discrepancias.

Al otro día de la derrota el fundador de Alianza Nacional se fue varios días a su chacra en Flores y luego se dedicó a descansar a orillas del Río Negro sin dar ninguna señal sobre su futuro político. Muchos dirigentes esperaban una orden del líder, pero nadie se atrevía a molestarlo en su autoimpuesto retiro.

Apenas un par de intendentes blancos lograron intercambiar algunas ideas con Larrañaga, pero la decisión de aceptar el ofrecimiento de Lacalle Pou para ser su compañero de fórmula tuvo varios ingredientes que se habían mantenido en secreto.

Los primeros días posteriores a la derrota interna fueron los más duros para los dirigentes aliancistas, quienes además de asimilar el revés propinado por las urnas -cuando todos pensaban que serían los triunfadores- empezaron a especular sobre la continuidad del sector sin su líder y fundador.

Durante esos días AN “estuvo paradaˮ, no hubo reuniones oficiales, ni charlas con Larrañaga. Tampoco hubo contacto “oficial” con representantes del sector de Lacalle Pou como forma de comenzar a coordinar la campaña conjunta, según admitieron a Sudestada varios dirigentes aliancistas. No eran pocos los asuntos para discutir con los representantes de Lacalle Pou, y entre ellos había uno que dividió las aguas del nacionalismo: el apoyo a la campaña para bajar la edad de imputabilidad penal de 18 a 16 años.

En parte, la razón de esta desmovilización tuvo que ver con la forma que Larrañaga eligió para conducir su campaña de cara a las internas. Larrañaga no formó su comando electoral con los principales dirigentes de su sector, como los senadores Eber da Rosa y Carlos Moreira, o los diputados Jorge Gandini y Ana Lía Piñeyrúa, además de otros conocidos referentes políticos de los últimos años que apoyaron su candidatura.

El líder de Alianza Nacional optó por un pequeño círculo de personas integrado entre otros por el ex director de Ancap Carlos Camy, que intercambiaba ideas pero las resoluciones seguían siendo del líder. Este modo de conducción contrastó con el que adoptó Lacalle, que impuso una rutina de reuniones que con el paso de las semanas (y la posterior victoria) adquirió una fama propia.

“La reunión de los lunes de mañanaˮ que convocaba el candidato contaba con un amplio grupo de dirigentes: su jefe de campaña Nicolás Martínez, los diputados Álvaro Delgado y Javier García, los senadores Gustavo Penadés y Sergio Abreu, la profesora Graciela Bianchi y el docente universitario Pablo da Silveira. Hasta un sicólogo se integró con el correr de los días a las reuniones de conducción de la campaña, lo cual le dio una impronta mucho más colectiva que la de su rival.

La victoria lacallista consolidó el espacio, que todavía se mantiene, y sirve para evaluar de modo inmediato los aciertos y errores de la campaña, replantear líneas estratégicas en función de las movidas de los otros candidatos y reaccionar rápidamente ante imprevistos. Esta parece ser también una ventaja comparativa con los otros partidos políticos que compiten por la Presidencia en octubre, ya que tanto Tabaré Vázquez como Pedro Bordaberry tienen un estilo de liderazgo mucho más parecido al de Larrañaga que al de Lacalle Pou.

El equipo de trabajo lacallista sabe esto y hasta ironiza sobre la falta de unidad en el ala wilsonista del PN, tras el revés electoral sufrido en junio, explicaron las fuentes.

Preocupación y desconcierto


La decisión de Larrañaga de integrar la fórmula presidencial del nacionalismo aportó tranquilidad al comando de Lacalle Pou, que consideraba que una dupla sin el líder de AN hubiera quedado renga. Los días de incertidumbre sobre la decisión final del senador sanducero habían inquietado a los más experimentados operadores herreristas, quienes advirtieron el grave riesgo que significaba perder los votos wilsonistas del interior, que todavía siguen fieles al liderazgo de Larrañaga.

Es que el Herrerismo y sus aliados circunstanciales convocan al sector más liberal y conservador del PN, mientras que el ala que todavía lidera Larrañaga tiene la posibilidad de captar votos de centro y hasta de centro izquierda. Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, la tranquilidad que el regreso del ex intendente de Paysandú provocó en sus rivales internos no logró disipar la falta de certezas en su propio sector.

Parte de la incertidumbre refiere a la estrategia que Alianza Nacional adoptará durante la campaña para evitar una desbandada, explicaron los dirigentes consultados por Sudestada. Y todavía está por verse cuál será el procedimiento para conformar las listas y quiénes serán los dirigentes que tomarán la posta para intentar mantener la cohesión en un grupo que se mantuvo unido en torno a la figura de Larrañaga durante más de 10 años.

Durante la elección pasada fue Larrañaga quien definió, de puño y letra, el orden de integración de la lista oficial de Alianza Nacional al Senado. En la plancha a Diputados por Montevideo, mientras tanto, permitió que se tuviera en cuenta también el apoyo conseguido en la interna. En esta ocasión, indicaron las fuentes, se esperaba que las cosas fueran distintas y que el Senado también se resolviera en función de los votos conseguidos en las primarias, con la “dificultadˮ adicional que implica respetar la ley de cuotas que garantiza un tercio de los lugares para las mujeres.

Las diputadas Ana Lía Piñeyrúa y Verónica Alonso, y la intendente de Lavalleja Adriana Peña, son las candidatas “naturalesˮ a ocupar los puestos “saliblesˮ de la lista al Senado (que antes de la derrota se calculaban en seis). Piñeyrúa parecía tener un lugar garantizado luego del acuerdo con Larrañaga que permitió su peregrinaje del lacallismo al aliancismo. Sin embargo, la votación de Alonso en la interna, impulsada por un acuerdo político-financiero con el pastor evangelista Jorge Márquez, no sólo le da crédito para aspirar al tercer lugar de la Lista 2014, sino que también le abrió la posibilidad de encabezar la plancha del sector en Montevideo, lo cual generó molestia en varios dirigentes capitalinos.

La candidatura de Gandini

Uno de los ejemplos más claros de las consecuencias devastadoras que tuvo la derrota para Alianza Nacional es que la candidatura lanzada hace casi tres años por el diputado Jorge Gandini a la Intendencia de Montevideo (IM) parece diluirse cada día más. Lacalle Pou nunca lo apoyó ni en público ni en privado pero Gandini daba por descontado que después de tanto tiempo de trabajo, la victoria de Larrañaga en la interna terminaría por darle el visto bueno popular que su postulación necesitaba. Sin embargo, la imprevista debacle del primer día de junio trastocó todos los planes.

La semana pasada, el senador y presidente del Directorio del PN, Luis Alberto Heber, anunció sin miramientos que Gandini no será el candidato de los blancos a la IM. Estas declaraciones, obviamente, recalentaron aún más la interna blanca. Heber sostuvo que el candidato a la comuna capitalina lo decidirá la Convención Departamental nacionalista de Montevideo donde el Herrerismo tiene una abrumadora mayoría.

Así las cosas, Gandini dejó trascender su molestia con Heber y el sábado 26 de julio asistió a la Convención Nacional que proclamó la fórmula aunque por primera vez desde 1982 no se sentó entre los convencionales y siguió la sesión desde una zona reservada para “invitados especialesˮ. El legislador no había sido elegido como convencional ya que su nombre no apareció en ninguna lista del Partido Nacional, como parte de la estrategia para poder ser candidato a intendente por el Partido de la Concertación en mayo de 2015.

Lacalle Pou maneja varios nombres en lugar de Gandini, aunque el que suena con más fuerza es del ex presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), Sebastián Bauzá, un hombre que a fines de marzo renunció a su cargo, en medio de una grave crisis política en torno a la seguridad en los escenarios deportivos. La salida de Bauzá estuvo rodeada de supuestas presiones del grupo de Francisco “Pacoˮ Casal en una fuerte puja por los derechos de televisación de los partidos de fútbol y hasta la intervención del propio presidente José Mujica.

Más allá de estas especulaciones, Lacalle Pou no apoyará la postulación de Gandini a la Intendencia de Montevideo, confirmaron a Sudestada fuentes herreristas. A nivel público, Lacalle Pou dijo que el candidato de los blancos a la IM por el Partido de la Concertación todavía no está definido y, por tanto, “todos los aspirantes tienen chanceˮ aunque consultado sobre la candidatura de Gandini –que anunció su intención hace tres años- apenas señaló que “las decisiones de cada dirigente político son de cada dirigente políticoˮ.

En filas de AN, mientras tanto, siguen apoyando la candidatura de Gandini. “Es la Convención Departamental nacionalista la que deberá decidir. Gandini sigue al firme trabajando con el equipo de Montevideo Se Puedeˮ, comentaron a Sudestada allegados al candidato ya que el legislador no quiere hacer declaraciones públicas por el momento. Para muchos aliancistas está claro que “Gandini no se bajará de su idea de la candidatura por declaraciones de algunas personas en la prensaˮ, dijeron las fuentes en alusión a los comentarios del senador Heber.



Tan compleja es la situación que incluso debió tallar el candidato colorado a la IM por el Partido de la Concertación, Ney Castillo, quien brindó su apoyo Gandini, tras las diferencias con el senador Heber.


El futuro de Alianza Nacional

Ante este incierto panorama, el pesimismo empezó a ganar a la dirigencia aliancista, que por el momento está más ocupada por resolver sus disputas internas que por proyectar al sector hacia las elecciones parlamentarias de octubre. Sobre todo porque hasta ahora las acciones de Larrañaga han estado dedicadas a apoyar la fórmula presidencial y no a recuperar la mística del sector que no logra digerir el fracaso electoral interno.

Convencidos de que esta fue la última disputa por la Presidencia de Larrañaga, los más optimistas aseguran que el liderazgo del sector será heredado por algunos de los intendentes del Interior que integran Alianza Nacional desde sus inicios, aprovechando el mismo capital político que sustentó la carrera del ex intendente de Paysandú. Pero esa está lejos de ser la opinión predominante. Hay otros que se preparan para afrontar la campaña electoral hacia octubre como si fuera una batalla final por la supervivencia política, en el entendido que puede ser la última ocasión en la que AN se presente a las elecciones como un único sector.

Y aunque parezca contradictorio, si triunfa el Partido Nacional las perspectivas sectoriales son todavía más sombrías.
Aliados de Sudestada